LEVIATÁN DE LA ENVIDIA

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Al ser inyectados, nuestro corazón comenzó a latir desenfrenado. Mis músculos se tensaron y apenas podía mover mis extremidades «Duele, pero puedo sentir como mi GEM despierta», decía en mi interior. La calidez nos invadió y las partículas mágicas se reunieron formando espirales en el aire.

       — Pandemonio — Dijo Juliana.

      — Inyéctalo en mí — Pidió Akemi — También soy de Orihime, fui instruida para ser una sacerdotisa desde pequeña.

La investigadora de CIMPE advirtió que las probabilidades eran mínimas, que, a pesar de ser de la misma descendencia, el sistema inmunológico podría reaccionar de diversas formas, en unos más rápido, en otros simplemente a les causaría un coma por la dimensión del dolor que atravesarían al tratar de absorber partículas negativas.

        — No importa ¡Quiero ayudarlos! — Extendió su brazo — Si logro dominarlo podría invocar a Raftel.

Juliana sacó la última jeringa que le quedaba.

        — Me tomará mucho tiempo volver a fabricar esto. Pero la situación dispone de ayuda.

En el cielo un resplandor cegó sus ojos, observaron a Beckan rodeado de su elemento mágico, las llamas eran parte de él, incluso su peculiar capa que siempre cubría su espalda flameaba con las leguas de fuego.

         — ¡¿Es increíble no lo creen?! — Exclamó.

Los demás me perdieron de vista, miraban a todos lados, desesperados porque temían que al no tener la sangre de la realeza no lo había logrado. Entonces el nieto del maestro de Orihime señaló el cielo.

Allí estaba yo, con la mirada un poco desorientada, mirando el cielo azul de la mañana. Flotaba y eso era nuevo de ver entre los magos.

          — No tienes que ir también. Quédate junto a ellos y diríjanse a la antena. — Sonreí para ella — Volveremos enseguida.

         — No se distraigan. La misión es llevar a nuestro descendiente a nuestra ciudad. — Beckan se impulsó con el fuego de sus manos.

Nos marchamos por los aires, rumbo a la batalla nuestra seguridad ascendió y de esta forma nos presentamos con Hide y los otros dos. No hicieron preguntas, solo nos dejaron pelear a su lado.

En el ejército zombi se encontraban distintos tipos, la mayoría no conocidos en nuestro viaje. Algunos venían directos a nosotros, peleaban de forma diestra, por el contrario, otros disparaban balas de magia como cañones a distancia.

        — Esto no tiene fin — El corazón de Anderson comenzaba a cansarse.

       — Debemos encargarnos del que los dirige — Añadió Marlín.

Sin dudarlo dos veces, el caballero en llamas y yo, fuimos directo a Frederick. Destrozando su defensa nos vimos cara a cara, el enemigo estaba nervioso, se veía como un humano; sin embargo, se transformó en una enorme bestia con tentáculos brotando de su espalda.

Al mismo tiempo, en alguna parte de la ciudad Belcebú sintió el incremento de GEM. Confió que el poder y ejército que dispuso serían suficientes para machacarnos, pensamiento contrario al de su compañera Leviatán.

Las chicas cruzaban el rio apoyándose una a otra, la corriente era fuerte y no podía usar su GEM en un hechizo. Akemi seguía preocupada y observaba de reojo nuestra dirección.

       — No te preocupes por Deam — Dijo Becky — Volverá, él nos protegerá.

       — Lo sé y desearía no preocuparme, pero es inevitable.

La orilla estaba próxima, lo habían logrado o quizá no, porque en ese momento las aguas del rio aumentaron su caudal y se generaron grandes remolinos. Juliana se había adelantado, por ende, estaba fuera de las aguas y ante el repentino evento se petrificó del miedo, optó el mismo aspecto de cuando la hallamos.

Akemi y las demás lograron escalar hacia las lomas que rodeaban el rio, sin embargo, de entre las aguas un monstruo gigantesco se mostró atacando y devorando con sus filosos dientes a Becky.

       — Pude sentirlas entre mis aguas — Dijo el monstruo con una voz familiar — Controlo todas las aguas mientras porque él no puede ahora. Podrían considerarme la diosa del mar, pero soy el demonio perteneciente al pecado de la envidia.

       — L...Leviatán — Tartamudeó Juliana — Demonio cuya forma, es similar a la de un dragón marino de fuertes escamas en todo el cuerpo, la última recluta de Azacel.

El monstruo reconoció el uniforme de CIMPE e intuyó que era una desertora, por otro lado, Akemi pidió la vacuna, la científica intentó dársela, pero fue demasiado tarde, pues también pereció en la mandíbula de este monstruo marino.

Solo quedaban en pie, Angie y la mujer que juré proteger con mi vida. La parca se acercaba, mientras Leviatán se divertía con sus presas antes de devorárselas, las impactó con su cola dejándolas con heridas de gravedad. Angie quedó inconsciente y Akemi se arrastraba pidiendo ayuda.

Cerca de allí se oía el trotar de un mamífero perteneciente al país mágico, antes de perder la conciencia, Akemi vio a un lobo lanzarse sobre el cuello de Leviatán y del lado de Angie, su bolsillo mágico se abrió. Alguien salió de ahí, alguien a quien habíamos buscado todo el viaje.

        — Me alegra poder encontrarte, señorita — Dijo él — Acabo de ver el desastre que le causaste a uno de mis comandantes, espero entiendas lo que eso significa.

ORIHIME: La ciudad de los inmunes © (Completa) Sin editarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora