El linaje Black persistirá con la llegada de Ephraim Black, el pequeño hijo de Jacob Black. Un auténtico varón quien ha llegado para salvar el linaje Black y quien lleva el mismo nombre que el antiguo jefe de la tribu, en su honor. Él es su legado...
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¡Qué día! Desde que mis ojos vieron los centellantes rayos del sol traspasar mi ventana audazmente, no me había dado un respiro. Todo un día repleto de oficios, pendientes, correos y además había estado pegada todo el día al teléfono acordando detalles con el abogado, mañana seria el juicio y teníamos que ultimar detalles. Gracias a Dios tenía a Vanessa, la sobrina de Billy Black. Vanessa regreso a Forks hace un año y desde que llego fue una gran ayuda para mí, hicimos un trato que nos benefició a ambas, ella cuidaba de Ephraim mientras yo trabajaba y yo le pagaba un sueldo y cubría sus colegiaturas de la universidad sabatina a la que asistía. Ella me hacia la vida más fácil, tenía solamente 19 años pero era sumamente responsable, cocinaba como si fuera una profesional y además adoraba a Ephraim como pensé que solamente lo hacíamos su padre y yo.
—¿En qué piensas Ze?
Musito Vanessa haciendo que me sobresaltara al sacarme tan bruscamente del viaje astral en el que me encontraba. Coloco una taza de café sobre la mesa de centro mientras yo me sacaba las zapatillas dejando al bolso de lado, le dedique una sonrisa.
—Debes estar cansada, hoy entraste a las 6 de la mañana a la oficina y son las 9 de la noche. Debes estar hambrienta, hice albóndigas... —camino rápidamente en dirección a la cocina.
—¡No, no, deja eso! No te molestes Vane, ahora me sirvo yo misma. Encima de que cocinas pretendes servirme, estás loca —la mire frunciendo las cejas entre broma.
—Para mí no es molestia —añadió amablemente la morena con esa enorme sonrisa que hacia sobresaltar sus profundos hoyuelos en las mejillas.
—No, cierra el pico. Ven acá —palmeé el sillón justamente a mi lado.
Dudosa, camino en mi dirección con preocupación. Se sentó a mi lado y coloco su taza de café a lado de la mía sobre la mesa de centro.
—¿Qué pasa? —susurro.
—No sé por qué no te había hablado de esto pero ya sabes que últimamente tengo la cabeza en las nubes y con tantas cosas... —hice una cara de fastidio y después volví a sonreír. —Como sabes, mañana es el juicio... Supongo que has escuchado cuales son mis planes, sin embargo fui muy grosera al no tomarte en cuenta, ni avisarte de ninguno de ellos...
La morena solamente me observo mientras mojaba su labio inferior.
—El abogado dice que tengo todas las probabilidades de obtener la custodia completa de Ephraim. Tú sabes perfectamente cuanto deseo poder salir de aquí y creo que por fin podré hacerlo. Si todo sale bien mañana y espero fervientemente que así sea, me mudare a Nueva Jersey. Me encantaría que vinieras con nosotros, pero eso es tu decisión —la observe cautelosa. Subí los pies al sofá, colocando mi rostro sobre las rodillas.
—Oh —sorprendida abrió enormemente los ojos. —Me encantaría irme contigo, en verdad... Pero toda mi familia está aquí Ze, mi madre me pidió que cuide bien de mi tío y además también tengo la universidad aquí —susurro con profunda tristeza.
