22. On fire

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Pasaban los días y las semanas. Los efectos del confinamiento se estaban haciendo visibles. Las urgencias funcionaban casi a la normalidad, había camas libres, menos muertes y menos gravedad de los casos que ingresaban. Pero no había que confiarse, temíamos un nuevo repunte de casos que nos tenía en alerta. Aun así, estábamos "disfrutando" de esos días de calma después del infierno que habíamos vivido. Cada vez se incorporan más compañeros después de superar la infección y el ambiente era diferente. Seguía habiendo miedo pero también esperanza. Esperanza de que se puede salir de esto. Estaba claro que no iba a ser de un día para otro, pero la luz al final del túnel se empezaba a hacer visible y con ello las ganas de hacer vida normal.

Mientras tanto en casa las cosas iban de maravilla. La relación con Alba se consolidaba día y a día, y también con mi familia política. Mi cuñada me chantajeaba cariñosamente con grabar sus covers para que ella desapareciera cuando su hermana y yo... pues eso... cuando estábamos cariñosas de más. A su vez, Alba mejoraba satisfactoriamente con las clases de guitarra que le daba en mi tiempo libre. Estaba on fire con la inspiración, componiendo canciones como churros. Le iba a dar para grabar tres o cuatro discos post-cuarentena.

Rafi seguía con la misma dinámica, del hospital a casa, dónde se entretenía con sus novelas turcas y cocinaba platos exquisitos para sus niñas, a la cual me incluía.

Hacíamos vídeollamadas familiares conjuntas, aunque cada vez me daban más vergüenza, sobre todo cuando se juntaban Marina y Santi (si, se conocieron por fin y encima se llevan "extrañamente" bien) y la bomba Rafi-María. Aún así, era extremadamente feliz viendo como mis dos familias se llevaban tan bien, a pesar de estar separadas por más de 800 kms.

Después de casa turno llegaba a casa con más vitalidad. El trabajo seguía siendo duro pero no agobiante. La rutina no cambiaba, dejaba las zapatillas en la entrada y me metía de cabeza en la ducha. La única diferencia de ese día, es que después de haberme duchado y lavado el pelo, un pequeño piojo rubio impaciente se colaba detrás de la mampara para darme la bienvenida.

- Hola churri - saludó Alba ya desnuda abrazándome por detrás. Notaba sus pezones erectos sobre mi espalda y eso me encendía. No voy a negar que esta muchacha me tenía cachonda perdida todo el día. Aunque el 90% del tiempo llevara sus pijamas de abuela preferidos.

- Hola mi amor - dije juntado sus brazos más a mi-. No has aguantado ni que salga de la ducha - ella negó y me besó en el centro de mi espalda.

- Te he echado de menos. Trabajas muchas horas al día, Nat - dijo en un puchero y yo me moría de la ternura.

- Te adoro, rubia - dije dándome la vuelta y dándole un tierno beso en sus labios carnosos.

- Nat, estás más delgada - se preocupó Alba.

- Me tienes haciendo la dieta del cucurucho... - empecé a decir.

- Comer poco y follar mucho... - terminó Alba, pero no le hizo gracia-. Pues sino comes tendré que dejarte en abstinencia. No quiero ser yo la culpable de que te quedes esmirriada - amenazó la rubia saliendo de la ducha mientras yo boqueaba contrariada por el ultimátum.

- ¿Albi? Pero si yo como estupendamente - dije con doble sentido y la cantante se cruzó de brazos indignada.

- Comerme el coño no alimenta, Nat... Así que, o te alimentas bien o paso de tener una novia cadáver - sentenció.

- Pero... ¿olvidas lo bien que lo pasamos juntas? - pregunté indignada.

- Mira, Natalia... Entre el esfuerzo del hospital y el nuestro te estás quedando sin energía...

- Menuda chorrada de argumento - no la dejé terminar-. Si no quieres follar conmigo me lo dices directamente y nos ahorramos este paripé - contesté cabreada.

Resistiré (ALBALIA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora