Capítulo 45

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Astrid

Me despierto, pero Noel no se encuentra en la cama. ¿Se habrá ido? Pero los ruidos de la cocina me confirman que no. Recuerdo de la noche anterior vienen a mi cabeza y me encuentro sonriendo satisfecha. Fue mucho mejor de lo que esperaba, él sabe cómo satisfacer a una mujer.

Me levanto para ir al baño, para luego ir a la cocina donde lo encuentro haciendo el desayuno, parece ser que tostadas y café. Qué imagen me muestra de espaldas a mí con solo sus calzoncillos. Esa espalda es diga de admirar y besar, por no hablar del resto de él. Parece que no ha notado mi llegado, lo cual aprovecho para sentarme y verle como se mueve por mi cocina. Podría acostumbrarme a ver esto todos los días. ¿Pero qué estoy pensando? Todavía es pronto para que se mude oficialmente conmigo, solo le he dicho que puede utilizar las llaves para cuando quiera despejarse.

Se da la vuelta y se sorprende. Pero se recupera pronto porque me lanza una sonrisa. Echa los cafés y pone las tostadas en un plato, para luego ponerlo en la mesa dónde estoy sentada.

—Buenos días. —Le saludo.

Él se acerca y estamos a la misma altura, ya que estoy sentada en un taburete. Pone sus manos a cada lado del asiento y me da un beso suave y largo. Me encantan estas mañanas. Un hombre increíble haciéndome el desayuno más beso como saludo.

—No sé si prefiero verte en ese vestido o en esta camisa.

Llevo su camisa puesta abotonada solo hasta la mitad, así echa un breve vistazo a mis pechos. Sonríe cuando levanta la mirada y me da un beso corto. Se sienta frente a mí para desayunar. Estamos en silencio, creo que después del ejercicio de anoche, nos hacía falta bastantes alimentos. Aunque durante el desayuno no nos digamos nada, las miradas hablan por sí solas. No sé si podré acostumbrarme a esto, aunque me imagino que será sencillo de hacerlo.

—¿Te pasa algo? —Pregunta Noel.

Veo que ha acabado de desayunar y se acerca de nuevo a mí. Me siento extraña hacia esa pregunta. No me siento mal en ningún momento, ¿habrá visto algo de mí que piensa que no estoy bien?

—Es que no quitas esa sonrisa para nada. —Me dice.

Yo lo golpe en el pecho, pero no fuerte. Me coge por la cintura, pero no me mueve del lugar.

—Es que estoy contenta. —Me encojo de hombros. Paso mis manos por detrás de su nuca.

—Vaya, ¿y a que se debe señorita?

—A ti.

Pasa su lengua por sus labios mientras asiente con la cabeza y se acerca para un nuevo beso. Esta vez es más largo. Mis manos acarician su corto pelo, le sienta increíble. Esta vez me mueve hacia el sofá. Me deja acostada en el sofá, pero él se queda suspendido encima de mí mirándome.

—¿Te he dicho ya que me encantas? —Me pregunta.

—Creo que sí, unas cuantas veces. —Empiezo a reír y empiezo a tocar su abdomen —¿yo te he dicho que me encantas?

—No, me gustaría escucharlo. —Me guiña.

—Me encantas Noel.

Esta vez lo agarro y lo acerco a mí para besarlo. Noto su risa, también río. Nunca he sentido nadie por esto y es agradable. Espero que esto nunca se acabe. Empieza a besarme el cuello. Se siente tan bien que gimo, él me mira y empieza a quitarme un botón de su camisa a la vez.

—¡Hemos traído churros para desayunar! ¡Aaaaaaah! —Grita Isabel.

Nosotros nos intentamos tapar como podemos. Me abrocho enseguida los suficientes botones de la camisa y Noel se pone un cojín encima de su paquete. Dios que vergüenza, pero más vergüenza siento cuando mi hermano está detrás de ella.

Reserva [Añejo #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora