Capítulo 44

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Nos estamos besando hasta que me deja en la cama acostada. Él se queda suspendido encima de mí, mirándome ¿Por qué no sigue? Acaricio su nuca mientras lo miro también.

—¿Qué voy a hacer contigo?

—No sé, ¿qué quieres hacerme? —Me besa de nuevo, aunque no dura demasiado. Me quejo.

—Si quieres que pare, dímelo.

Lo miro intensamente mientras él espera por mi respuesta. Sé qué hará lo que yo le pida, me lo ha demostrado cada vez.

—¿Entonces por qué has parado ahora si no te he dicho nada? —Arqueo una ceja sonriendo.

Él me mira asombrado y asiente sin decir nada, baja poco a poco por mi cuerpo hasta que se pone de rodillas en el suelo y empieza a quitar mis zapatos.

—Tienes razón señorita.

Sube su mirada y sus manos hasta el borde de las medias, me mira, luego se queda pensativo mientras contengo la respiración.

—Creo que esta vez no las voy a romper.

Sonrío, como no, eso era en lo último que pensaba yo, si me iba a romper las medias o no. Él me las quita con cuidado. Cuando vuelve a subir lo hace dándome besos cortos por mis dos piernas, comienzo a temblar por lo que viene. Cuando llega a mi tanga, me mira mientras me las quita poco a poco. Mi vestido sigue puesto, pero por el momento eso no le preocupa, pero a mí sí, tengo mucho calor. Solamente lo remanga hasta mis caderas, me mira mientras pasa su lengua por sus labios y de verdad, si no pone su boca en mi coño, me voy a morir.

Deja de mirarme y baja poco a poco, primera me roza con su nariz, luego sus labios me dan un beso casto mientras sus dedos me rozan alrededor. Me está torturando. Giro un poco la cabeza para mirarlo. Él me está mirando mientras repite los movimientos anteriores.

—Por favor.

Nota mi necesidad porque sonríe, pero no contesta. Solo veo que me abre un poco con los dedos la zona donde está el clítoris y luego pasa su lengua lentamente. Dejo de mirarlo porque la sensación es tan placentera que estira mi cuello hacia atrás y mis manos se encuentra agarrando el edredón. Suelto un gemido y noto una vibración de su risa, pero no me importa. Él sigue lentamente con su lengua jugando con mi clítoris, noto mi cuerpo sacudiéndose del placer, pero sin llegar al orgasmo, aunque noto que está cerca. Noto que para, lo miro por un momento para decirle por qué coño para. Él sigue mirándome cuando me sopla en la zona, no eso no, dejo de mirarlo. Me sopla unas dos veces más, no sé realmente porque cuando pienso que lleva mucho tiempo sin pasar su lengua por mí, cojo su cabeza para empujarle para que vuelva a darme placer. Él lo hace sin rechistar, no puedo parar de gemir, intento contenerme, pero no puedo. Él nació para esto, para estar de rodillas ante mí lamiéndome de arriba abajo. Él me coge con sus muslos mis muslos para abrirme y aumento solo un poco la velocidad, oh dios, suficiente para hacerme correr. Él no para y yo tampoco, gimo más fuerte, me vengo tan fuerte que incluso la mitad de mi cuerpo se levanta por el placer. Menos mal que en algún momento dejé mis manos en la cama porque sino creo que le hubiera hecho daño.

Estoy recuperándome cuando lo noto encima de él. Cuando abro los ojos, me está mirando seriamente. Pero no llego a preguntarle porque me comienza a besar suavemente notando todo mi sabor en él. Lentamente empieza a quitarme el vestido y luego el sujetador sin parar de besarnos. Cuando termina de desvestirme, se separa de mí y se levanta de la cama mientras me tira para que me ponga de pie.

—Haz lo que quieras conmigo. —Me dice mientras me acaricia.

—Bueno estás muy vestido. —Él sonríe cuando contesto.

Reserva [Añejo #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora