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    No es posible, no es posible, no es posible. Escribe tantas veces esas palabras en la hoja que había usado para su lista de deseos, que ni siquiera piensa en mirar dentro del cuaderno de notas. El horror se ancla en su vientre, en su pecho que late desbocado, a punto de vomitar por la semejanza, porque sabe muy bien que jamás ni en años, ha podido obtener una fotografía de dicho ave.

     ¡No es posible!

    Una vez más, con miedo a seguir escribiendo y desatar su imaginación. La impaciencia acelera el impulso. Ve como una tentación abrirlo, conocer que más hay. Que oscuros secretos habrá sobre él. ¿Lo espían? ¿Lo observan? ¿Eso qué significa? ¿Quieren convertirlo en un conejillo? ¿En una presa? ¿Que experimentos tan extraños y morbosos hacen en Neoston?

    Según recuerda, no es el único forastero en el pueblo. Hay otro más como él que merodea en el pueblo porque su familia emigró hace unos años. ¿Cómo logró ser aceptado?

    El miedo azota sus piernas, no puede caminar aunque lo intente y no sabe hacia donde ir. Hacia que lado moverse. Siempre ha sabido elegir. Nunca estuvo en una postura similar en el que tendría que pensar en tantas posibilidades en un tiempo que no está estipulado. No hay un reloj ni nadie cerca para controlar sus decisiones.

    Abre la ventana. El pequeño salón le asfixia pero otra vez contempla la enorme burbuja de metal. ¿Cuál es su funcionamiento? ¿Por qué está ahí en primer lugar? ¿Por qué tenía que pensar en tantas preguntas si nadie va a responderlas?

    Así que, con tantas cosas que asimilar primero mira el cuaderno. Hay apuntes normales, frases sueltas y motivadoras.

    «Acabo de terminar de leer una historia interesante, estoy seguro que a mi madre le encantará como regalo de cumpleaños. »

    Aquel comentario acerca de la madre, llama su atención, lo captura y lo confunde. Conoce perfectamente su situación con sus padres, lo han rechazado hace mucho tiempo y no sería capaz de hablar de ellos con ese tono tan alegre. No es él. No es posible, reza otra vez, y tantas que se le queda atascada en su garganta.

    —Esto es una locura...

    Su mandíbula cae, jadea y se retuerce asustadizo. Una vez que intenta apaciguar su terrible miedo, abraza el cuaderno para adentrarse al interior de la burbuja. Es el único espacio que le dará más soluciones, aunque signifique problemas con un cartel gigante y lumínico.

    Los botones son confusos, de varios colores y hay una palanca similar a los autos. ¿Se usará con llave? ¿Cómo se manipula algo así? Presiona al azar, el motor vuelve a silbar y arranca, pero no ejerce movimiento alguno.

    —¡Maldita cosa!

   Golpea con su puño el tablero que tenía adherido una pegatina verde. Aparentemente, el verdadero encendido. Es un misterio para él, al menos funciona. El viaje no lo siente, parece tan fugaz y ausente, que el ambiente se torna distinto en un parpadeo.

    La cabaña está de otro color, el bosque se ve distinto y a lo lejos una casa más grande.

PARALLELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora