013

96 21 36
                                    


     Esperar. Debe esperar. Nam Joon se ha ido de nuevo para buscar al pescador. El hombre seguramente estará de regreso con su barco pesquero luego de hacer su rutina. Nunca fue tan tedioso para él como en ese momento tener que ser paciente.

    El teléfono de la mesita de noche suena repentinamente, no atiende al comienzo pero, ¿y si se trata de Nam Joon? Levanta temblando, escucha una respiración, su corazón palpita al descubrir que la voz de la otra línea es conocida.

    —¿Tae Hyung?

    ¿Por qué llama? Tiene que decirle que Nam Joon no está. Tiene qué... Solo que no debe, no es justo para ninguno estar en un aprieto.

    —Yo quería saber si puedo ir a tu casa.

    —¡No! Yo no estoy —asegura firme aunque tiembla—. No estoy en casa.

    Su risa estalla en su oreja. Semejante a las olas del mar al romper en las costas o entre las rocas.

    —Tonto, siempre me haces el mismo verso para no salir de tu cueva.

    —¿Ah sí?

    Un escalofrío. Es espeluznante el parecido, con tan poco pese a vivir en otras circunstancias. A ninguno le gusta salir. Charlan un poco, con la pregunta: ¿cómo estás?, que no pudo faltar en el repertorio. Esa respuesta solo la sabría dar el otro.

     Aún si lo sabe, si cree conocer la respuesta. Porque él no es él. Es Blue Bird en ese mundo y no debe arrebatar el derecho de quitarle a su amigo. Porque eso le aterra.

    —Debo colgar.

    Porque está cometiendo otra estupidez.

    —No cuelgues, por favor. Sé que es extraño, yo no quiero agobiarte pero...

    —No, no es extraño, Tae Hyung. No lo es. Escucha, no quiero que te sientas mal cada vez que me veas. Sonríe, me gusta cuando sonríes.

    A él precisamente. ¿Y al otro? Pues también, ¿no? Pellizca su labio con el diente, ansioso porque teme ser visto, confundir a Tae Hyung.

    —Lo haré gracias. Eres un buen amigo, perdón por ser yo. Por haber sido impulsivo, debí haberte dicho primero... Pero tuve mucho miedo. No sabía que hacer.

    Aprieta la mandíbula. Se tensa.

   —Deja de pedir perdón. No es tu culpa.

   Agradece Tae Hyung en un suspiro de alivio. Antes de despedirse pregunta si se lo ha contado a Yoo Ri. Imagina que ese es el nombre de su pareja y duda. ¿Se lo contó o no? Probablemente no, sabiendo que él mismo confesó ser un cobarde. Tras cortar escucha la puerta abrirse y brinca feliz por intuir que eran ellos, Nam Joon y el pescador.

    La decepción y el miedo es grande cuando la ve. A ella. Una muchacha radiante que abre sus brazos y deja abandonar una maleta en el suelo.

    —¡Nam Joon! —exclama contenta, sus mejillas están decoradas con un sonrojo adorable—. He vuelto al fin, un poco antes de lo previsto... ¿Me extrañaste?

    ¿Por qué todo pasa en su presencia? ¿Es a propósito? ¿El mundo acaso lo desprecia? Ella abraza, es pequeña y ágil, con un aroma desconocido. Peculiar. Una mezcla de flores y mar.

   —¿Yoo Ri?

   —¿Sí?

   Entonces sí es ella. Es Yoo Ri.

    —¿Podemos hablar?

PARALLELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora