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    Los ve cocinar juntos. Uno prepara la salsa y Yoo Ri se encarga de llenar el agua en la olla. Trabajan juntos, disfrutan sin ser melosos y ni siquiera necesitan mirarse para emitir una tensión sexual. Porque se acercan y se alejan como imanes. Roces cuidadosos que invitan a imaginar lo que se están diciendo con la mente.

    Eso le estremece. Sus dedos cosquillean al estar sentado, callado desde que Yoo Ri llego. La ve entonces sentarse próxima a él, secándose las manos mientras en la habitación se llena de fragancias deliciosas.

    —Tengo mucha curiosidad, quiero saber más de ti pero no deseo agobiarte. ¿Qué puedes decirme de tu mundo?

    Lo deja caer como si no le vaya a afectar. Una melodía entonada con impacto en su corazón y vibran las notas hasta que cesan. Está nervioso. Y las sombras bajo las mejillas de Yoo Ri no ayudan a evitar pensar la energía sensual que emana. Miel derretida en boca, un color tenue por un labial brillante.

    —Mi mundo... —balbucea—. No sé que tan diferente sea de este pero he descubierto que no existen The Beatles y aquí si.

    —¿No hay? —expresa pasmada—. ¿Cómo pueden vivir sin The Beatles? ¡Es mi grupo favorito! ¿Y tango? ¿Hay tango al menos?

    —Tango... —Alza las cejas, intentando saber que es aquello. ¿Sería una comida exótica?—. No, no hay. ¿Qué es tango?

    —Es un baile y una música muy apasionante pero trágica, esta cuenta historias —explica ella—. Cuando visité Argentum hace unos años, me topé con alguien de allí, esta persona me enseñó.

    —Y a mí me obligó aprender para bailarlo en todas las fiestas a la que vamos —comenta Nam Joon al acabar de preparar los ingredientes—. Pero le tomé el gusto al tango. Me encanta. ¿Quieres ver cómo lo bailamos?

    Dice que sí. Acepta por sentir una ávida necesidad de aprender lo que no encontrará en su mundo. Evitando decir que Argentum ha sido masacrada hace mucho tiempo por la guerra y por ende, tiene lógica que jamás podrá conocerlo.

    Se dirigen a la sala tras bajar el fuego en la cocina y evitar accidentes. Crean un espacio en el salón, y el tocadiscos comienza a evocar una canción de un artista llamado Carlos Gardel.

    «Por una Cabeza» tranforma a Yoo Ri y Nam Joon. Se deslizan hasta tomar una postura elegante, conocida pero diferente. Los movimientos fueron lentos, como un vals o así lo cree. Las figuras son extrañas, aunque cargadas de un erótico mensaje cuando se deja llevar por Nam Joon.

    No logra comprender y comprende. Se deleita con las miradas, el roce de las mejillas, las respiraciones pausadas... Hay una complicidad y confianza cuando ella se deja guiar y después, pretende alejarse como si contaran una historia.

   Maravillado, su boca se queda desencajada. Cuando terminan un silencio fogoso, la habitación está en llamas y Yoo Ri se aparta tras reírse, llevándose un mechón detrás de su oreja.

    —¿Qué te pareció?

   Piensa que Yoo Ri es sensual por eso no logra verla a los ojos. Busca ayuda en Nam Joon, quien capta e invita a su novia a revisar la salsa.

    —Ella me intimida un poco...

    —Lo sé. —Dibuja una sonrisa calmada—. Es directa y lanzada, así que sé que te entiendo.

PARALLELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora