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    Blue Bird. A él le gusta como suena. Es una referencia a la canción Blue Bird de Charlie Parker, un saxofonista y compositor de jazz, uno de sus tantos favoritos. También de sus gustos por las aves, primordialmente del picogordo azul.

     Ese Kim Nam Joon lo conoce tan bien, que no imagina a qué nivel. Quizá con excepciones. Como ser aceptado por sus padres porque por ese pequeño e imbatible hecho, hace todo diferente. Todo. Más feliz y menos desdichado, más acompañado que solitario. 

    Es raro. Él es raro.

     ¿Cómo no ha caído de la impresión? 

    ¿Cómo? ¿Por qué? 

   ¿Y desde cuándo es capaz de mostrar signos de felicidad? ¿Podía ser feliz como él? ¿Es posible? De nuevo, la duda, grande y hambrienta. Como un monstruo que susurraba en su oído. 

    —Blue Bird, ¿por qué estás solo? 

    Levanta la mirada después de haber acomodado la cabaña, hacerla un lugar limpio y cómodo para sentarse a leer. Nunca hubiera imaginado estar en una situación así, consigo mismo, con tantas preguntas acerca del todo y que solo él se respondería. 

    Pero, ¿si en verdad no está viviendo aquello? Una fantasía, un sueño producto de un golpe al caerse o dormirse dentro de aquella burbuja, proveedora de ideas surrealistas. Invento que alude a creer que lo imposible es posible.  

    —Me mudé solo a Neoston.

    —¿Por qué?

    —Porque invertí el dinero de mi librería y compré esta cabaña, en el otro lado.

    —¿Por qué?

   —¿Por qué haces tantas preguntas? —ríe.

   —¿Tú no las tendrías conmigo? Pregúntame, anda. Lo que sea, lo que quieras.

   —¿Eres feliz?

  —Lo soy. Y soy muy feliz con mi pareja. ¿Tienes pareja?

  Ah. Tiene pareja. ¿Qué clase de pareja hace feliz a un hombre como él? El aturdimiento lo deja en blanco, postergando la respuesta y salir rápido del trance. Permanece apagado, desconectado y frívolo porque no desea mentirle.

   —No tengo pareja... Mi pareja es mi cámara, los libros, mis discos y las aves.

   Los labios de su otro yo se aprietan, por enfado o impotencia tal vez.

   —Eso es muy triste, Blue Bird. ¿Y tus padres? Has obviado mencionarlos.

   El acercamiento de este, es próximo y repentino, brinca en su asiento cuando parece querer saber mucho sobre sí. Comienza a reírse, empujándolo para que no le respirara encima. Todavía no se acostumbraba a verlo, menos tenerle como una compañía. Apenas logra recuperar el aire, habla con brevedad que lo echaron. No dice porqué, y no añade ni decora el comentario. Deja correr el tiempo, uno aniquilador.  

   —¿Sabes de donde provino la burbuja? —pregunta interesado.

  —La empresa Neo. Ellos se dedicaban a esas cosas.

  —¿Qué cosas?

  —Tecnología, ya sabes... —No, no lo sabe y cuando juzga su expresión atónita, prosigue en explicarle—. Han quebrado hace unos años, la señora Norrer me lo ha dicho.

   Ah, la señora Norrer. ¡Qué simpática señora!

  —Pues en donde yo vivo, no lo están. ¿Tú crees qué exista la remota posibilidad de que hayan quebrado aquí a propósito, como un experimento? Ya sabes, como en... 

    —La paradoja de Schrödinger —interviene rápido, casi al mismo tiempo que él.

      Se ríen. Hay complicidad al pensar igual. 

PARALLELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora