1
El despertador suena a las cinco en punto de la mañana. Me tropiezo dentro de mi pequeña habitación. Una forma rectangular espera implacablemente en la penumbra del lugar: la maleta. Este es el día.
El linóleo esta frío bajo mis pies. Temblando, me lavo la cara en el lavabo. Incluso la pequeña corriente de agua del grifo parece ruidosa. Mi padre camina en calcetines, moviéndose con cautela para no despertar a mi hermanito. Se inclina sobre la mesa de la cocina, corta un trozo de pan al medio y me busca con la mirada.
—¿Estás asustado?
—No. —me cuesta hablar, tengo un nudo en la garganta. Empujo la pieza de pan lejos.
—¿Demasiado temprano para tí?
Me ayuda a peinarme. Me veo a mí mismo en el espejo; una mancha pálida.La semana pasada en la escuela, una enfermera se había enredado en mi cabello con dos pequeñas varillas de vidrio, en busca de piojos. Había sentido sus sensores helados hacer movimientos repentinos, con la mentalidad total de un cazador en busca de presas. Un poco más tarde, sudando, la vi hablando con la profesora, con sus ojos fijos en mí.
—Ya he visto suficiente, niño —dijo ella—. Escucharás los resultados la siguiente semana.
¿Qué había visto ella? ¿Mi cabeza sin pelo? ¿Quedaría calvo?. 'Rey Liendre' te llamarían entonces y no te dejarían acercarte a ellos. Afortunadamente me voy.—Date prisa —susurra mi padre—. Tenemos que irnos.
La maleta esta de pie en el marco de la puerta, una presencia inexorable e inminente.
Me desvanezco en mi pequeña habitación para ponerme el abrigo. Camino rumbo hacia el pequeño espacio de forma oblonga. ¿Qué estoy buscando? Todo ha sido empacado.Bostezo sin hacer ruido, nervioso. Cuando regreso, las tablas del piso hacen un ruido chirriante, y sé que cada hueco y grieta en la escalera crujirá. Me quedo quieto, perdido por un momento, antes de seguir bajando las oscuras escaleras. Mis pies sienten las huellas que he corrido arriba y abajo con confianza cientos de veces al día. Mi padre, tuerce la llave en la puerta, y suelta una advertencia después de mí: —Silencio, los vecinos todavía están dormidos.
En el rellano del segundo piso espero a mi padre, lo dejo pasar y luego lo sigo por el oscuro túnel, con una mano agarrando ansiosamente la barandilla.
La puerta principal esta entreabierta, un temprano rayo de sol lleno de remolinos se asoma en el espacio.Mi padre me entrega la maleta.
—También puedes dejarlo en el pavimento.
Doy unos pasos inciertos hacia la desértica calle. Mi larga sombra cae brillantemente sobre los adoquines.
El aire fresco de la mañana me provoca cosquillas en la nariz y golpea mis rodillas desnudas. Estornudo. El sonido retumba contra las casas.Miro hacia las ventanas. Algunos están entrecruzados con tiras de cinta adhesiva marrón o cubiertos con rollos de papel descartable. Las tuberías improvisadas de las estufas de emergencia sobresalen aquí y allá a través de los cristales rotos de las ventanas.
Las puertas del balcón se abren como bocas, respirando con quietud al dormir. Este es el día, cuando me voy dejando todo esto atrás. Para cuando los niños se despierten y salgan a la calle yo ya no estaré allí.
Annie, Willie, Jan, la pequeña Karen, Appie: me he ido. Ido. Al campo.No sabía nada hasta ayer. Entonces, uno de los colegas de mi padre ('Frits', así lo llama él) había venido. Habían entrado a la sala para conversar, con la puerta cerrada.
—Ve a tu habitación por un momento. No tardaremos.
Cuando el señor Anderson se fue, mi padre vino, se sentó en mi cama y me abrazó. Eso fue extraño.La mañana siguiente vi a mi padre alimentando a mi hermano pequeño, cucharada por cucharada. Sin levantar la vista, raspaba el plato vacío como si tratara de rascar el fondo, cuando de repente dijo, lento y deliberadamente: —Sabes Jeroen, podrías ir a quedarte en el campo por un tiempo. Habrá un camión saliendo el lunes, tú puedes ir con ellos. Allí tendrás mucha comida, y podrás jugar en el aire fresco.
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FOR A LOST SOLDIER. ||Rudi Van Dantzig.
Teen FictionDurante el invierno de 1944 en la Holanda ocupada, Jeroen, de once años, es evacuado a una pequeña comunidad pesquera en la desolada costa de Frisia, donde se encuentra con Walt, un joven soldado canadiense de las fuerzas de liberación. Su relación...