Los Cuentos de Pinku

💉 UN NINJA MÉDICO 💊

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—Jamás olvides lo que significa ser el médico en el equipo — mi maestra me recalcó en una de sus lecciones —es más que una responsabilidad, estás a cargo de las vidas e integridad de los shinobis, y por consiguiente, depende mucho de tí el éxito de la misión.

—Entonces, no debo ponerme en peligro a mí misma, de eso también depende el éxito de la misión — reafirmé según los libros que había leído —yo debo estar a salvo para auxiliar al resto en caso de una emergencia que ponga en riesgo a ellos y la misión — dije tal cual había memorizado.

—Así es... — hizo una pausa que me dió inseguridad —sin embargo, eso no significa que tú no puedas ir al frente de batalla — su cejo se unió, dándole una expresión dura —recuerda que eres mi discípula, Haruno Sakura, estoy dándote el conocimiento y poder de un Sannin, y no olvides que eres alumna de la quinta hokage.

Sus palabras me dieron aliento, pero a su vez, me llenaron de miedo. Deseaba desesperadamente poder alcanzar a esos dos, pero me daba terror no ser lo suficiente para lograrlo, no quería decepcionar de nuevo a todos.

Aún que pensé que con esfuerzo y constancia podría lograr mi objetivo, realmente no estaba del todo preparada como creí... El mundo no era como yo creía, ser médico no era tan fácil como esperaba.

[...]

—Sakura, ya, es suficiente, está muerto, no puedes hacer más... — escuché a mi asistente, pero yo estaba aferrada, emanando chakra con la esperanza de revivirlo.

El llanto de desesperación de una madre azotaba mis oídos mientras me suplicaba por favor que salvara a su pequeño hijo de 6 años.

—Así que esto es... El infierno — susurré para mí mientras la luz de mis palmas comenzó a cesar, mis ojos verdes cristalizados se fijaron en la señora, quién me miró con esperanza, como si yo fuera un tipo de ángel. 

Mi pecho se comprimió, yo no era un héroe, mucho menos un ángel, no pude salvar la vida de un inocente víctima de una batalla egoísta.

Y así, me rendí, mis brazos cayeron a mis costados, y entonces ella me empujó, abriéndose paso para cargar el cuerpo flacido de su pequeño mientras lloraba e imploraba a gritos un milagro.

Las lágrimas no tardaron en derramarse por mis mejillas en silencio, fué la primera vez que perdía una vida. No pude evitar pensar en que si mi maestra estuviera aquí, pudo haberlo salvado. Me sentí inútil, que mis esfuerzos habían sido en vano, a pesar de ser un shinobi, seguía viendo una realidad que no era tan cruda como esta que estoy presenciando.

Morían inocentes a causa de disputas por poder político, económico y social, este era la cruel realidad del mundo shinobi, y yo, se suponía que era un médico que podía salvar vidas, para eso me había preparado todos estos años.

Una mano se posó sobre mi hombro —no fué tu culpa, no pudimos llegar a tiempo, debemos avanzar, es posible que haya más heridos que podamos salvar — dicho esto, se adelantó.

Le dí una mirada sobre el hombro y lo ví alejarse, yo, seguía en trance, mirando con desgarro la escena de una madre que acababa de perder a su hijo.

La señora me miró, sus ojos eran de rencor hacia mí mientras acunaba a su hijo en sus brazos y se mecía. Me estremecí.

—Y-yo... Lo lamento — desvíe la mirada, con lágrimas aún colgando de mis cuencas.

—Vete — la escuché decir en seco. La miré una última vez y me giré para marcharme mientras apretaba mis puños y mis párpados.

El coraje en mí seguía creciendo, era odio hacia mí misma, apresuré mi paso para alcanzar a mi compañero, él tenía razón, tal vez llegaría a tiempo para alguien más, así que me armé de valor, no podía darme el lujo de retroceder a estas alturas.

Ese día comprendí, que no siempre puedes salvar una vida como médico, no siempre depende de tí tomar la decisión de si alguien vive o muere... No siempre son a los de tu equipo, a los que tienes que salvar.

Creo que la señorita Tsunade, quiso que yo aprendiera esa lección en carne propia...

—Sakura, no todo lo que necesitas saber está en los libros, o en lo que recita tu maestro, a veces, hay cosas que debes aprender por sí sóla — recordé sus palabras, palabras que hoy tomaron sentido. ¿Por cuánto habrá pasado ella para ser lo que hoy es?

Esa fué una buena lección para alguien como yo que vivía sumergida en los libros. Lo malo es, que la aprendí de la peor manera.

«No todas las respuestas vienen en los libros, la experiencia es la que te dará el conocimiento que necesitas».

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