Enhorabuena

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MIRIAM:

15 de abril, hoy cumplimos las veinticinco semanas de embarazo. Roi espera impaciente a mi lado, tenemos ganas de saber si dentro de unos meses nuestro corazón estará lleno de risas de una niña o de un niño. Aunque si viene sano nosotros ya estamos contento, y cuando crezca ya veremos con que se siente identificado o identificada.

Realmente todavía no sé cómo nos organizaremos, ni siquiera nos lo hemos planteado. Él va de aquí para allá dejándose el sueldo en los billetes de avión y las noches de hotel, me cansé de insistir en que se quedara en mi casa la tercera vez que vino a verme. A vernos, a su hijo o hija y a mí. Aquella vez insistí menos, una sola vez sólo, pero la respuesta no salió de su boca. Él sólo se limitó a bajar la cabeza y Evelyn, la inglesa de pelo negro y ojos claros, fue la que respondió. Pasaron los cuatro días juntos en una pequeña casa que habían alquilado, al menos ella no nos acompañó durante el procedimiento de nuestras visitas médicas, aunque esperarse a la cafetería del mismo hospital. Tengo que aceptar, sin embargo, que me molestó un poco. Desde aquel día no la he vuelto a ver, a ella, pero tampoco he reiterado en mi propuesta.

Ya es la segunda vez que nos esperamos en la misma sala de hospital nerviosos e ilusionados por el mismo motivo, ya que hace cosa de un mes no se quiso dejar ver, y aunque nos dijeron que podíamos volver la próxima semana, no habíamos conseguido cuadrar los horarios hasta la fecha.

- Aunque no lo creas, esto me está haciendo mejorar mi inglés. - ríe nervioso mientras habla, sé qué hace rato que pensaba como cortar este silencio, que desgraciadamente, es un poco incómodo. No tengo tiempo a contestarle cuando una pareja de ancianos se acerca a nosotros y nos felicita. Se marchan contentos y con las manos cogidas después de explicar cómo han sido abuelos por séptima vez hace sólo tres días. Mi vista se queda fija en sus manos hasta que desaparecen de mi campo de visión, mi mente y mis pensamientos se echan atrás. ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿En el punto de no saber ni que decirnos? Recuerdo, hace cinco años, el antiguo Roi y la antigua Miriam. No podíamos estar separados, vivimos unos años magníficos, primero como mejores amigos y más tarde como pareja. ¿Y ahora? Ahora se ha fundido todo. Ahora sólo nos liga una vida. Sólo, como si fuera poco y no tuviéramos ninguna responsabilidad sobre esta. Ahora sólo seremos el padre y la madre de, un padre y una madre que en ese instante no saben ni que decirse y que viven separados por más de mil quinientos kilómetros, incluyendo un charco de agua .

Me levanto acariciándome la ya notable barriga desde hace más de un mes cuando la doctora nos llama. El procedimiento es el mismo que en las anteriores visitas, tanto las que he venido sola como las que Roi me ha acompañado.

Antes del ansiado momento nos cuenta que el bebé ya tiene pestañas y que el color de sus ojos se empieza a definir, aunque este puede cambiar hasta pasadas las primeras semanas de vida. No puedo evitar imaginarme como será y a quién se parecerá. Tanto el padre como yo, nos sorprendemos cuando nos anuncia que ya es muy posible que escuche los ruidos y la música del exterior, así como nuestra voz o sonidos.

Le cuento que hace unas semanas empecé a notar sus movimientos acompañados de pequeñas puntadas, Roi sonríe recordándolo, ya que le llamé toda emocionada y noté como él también lo hacía en el otro lado del teléfono. Después de darme algunos consejos sobre cómo colocarme para evitar dolores y malestar pasamos a la camilla.

Y cuando escucho los latidos de su corazón inundar la sala con fuerza las lágrimas me vuelven a resbalar por sus mejillas, y es que durante las semanas que llevamos de embarazo no he podido evitar emocionarme en todas las visitas en este momento.

Durante la ecografía la doctora nos dice que pesa unos seiscientos gramos y que mide unos treinta centímetros, todo dentro de los estándares. Y finalmente llega el momento, Roi acaba de secarme las lágrimas que quedaban en mi rostro y me coge fuerte las manos. Y sin dejar de escuchar sus latidos sabemos lo que será.


- It 's a boy! Congratulations!


...


Frente al espejo paseo las manos por mi vientre, un niño. Durante los quince minutos en coche hemos hablado sobre los posibles nombres que nos podrían gustar, pero creo que costará bastante tomar esta importante decisión. Momentos antes de abrir la puerta del coche para poder entrar en casa, momentos antes de que Roi volviera al hotel, hemos decidido hacer una lista por separado de los nombres que más nos gustan y ponerla en común dentro de unas semanas cuando yo viaje al pueblo.

Miro mi cuerpo, es totalmente diferente de cómo era hace unos meses. Me gusta sentir y ver la que dicen que es la curva de la vida y de la felicidad, pero al mismo tiempo me siento torpe y me canso fácilmente y enseguida. He aumentado notablemente de peso, según lo que me han dicho hoy, algo más de ocho kilos.

Me aconsejo mentalmente dejar de pensar en los cambios que día tras día se efectúan en mi cuerpo y cojo la crema hidratante para hacer desaparecer el picor que hace unas semanas me acompaña. Bajo la cabeza cuando siento la cálida y suave caricia de Lola entre mis piernas.

- Tendrás un hermanito, mi vida. Ahora tenemos que elegir el nombre, ¿me ayudas? - No puedo evitar decirle, pero sonrío cuando veo que ella me sigue hasta el escritorio donde cojo todo lo necesario para hacer la lista y me acomodo en el sofá. Alargando el brazo cojo el libro que Aitana y Marta insistieron en regalarme. Un libro con más de trescientas páginas y mil nombres. Un libro del que debe salir el nombre de mi hijo.



¡Y hasta aquí otro capítulo! ¡Uno de los más importantes en la vida de Miriam y Roi! Ahora sólo falta encontrarle nombre al niño... ¿Me ayudáis? Acepto vuestras propuestas o consejos, que voy un poco perdida. Es más, ¡estaré encantada de recibirlas!

¡Muchas gracias por vuestras lecturas! Me he dado cuenta de que cada vez sois más los que vais leyendo. Hace casi cinco años que estoy en esta plataforma y hasta que no me animé a escribir (primero en otra cuenta y ahora por aquí) no supe la felicidad que da una sola estrellita o un comentario, sea positivo, una crítica o tan solo una pregunta o un emoticono. Ahora, cada vez que leo intento dar y expresar mi opinión o al menos valorar el trabajo que ha hecho la persona que hay al otro lado de la pantalla. Por tanto, os animo a que comentéis y sed partícipes de todo esto. Compartir el tiempo de lectura siempre hace que sea más amena. ¡Pensad que podéis formar parte de la redacción de esta historia a partir de los comentarios, recomendaciones o suposiciones, y yo estaré encantada de poder añadir todo lo que deseáis! ¡Compartir es vivir y vivir es amar!

Nos vemos también en Twitter: @Lia150008.

Finalmente, espero que todo eso que leáis os esté gustando.

¡Muchos ánimos! Poco a poco se va viendo la luz final de todo esto que estamos viviendo.

Lia.


Procuro olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora