Pequeño problema

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MIRIAM:

Las dos rayas marcan el inicio de una nueva etapa en mi vida. Aitana me mira expectante y mientras me cae una lágrima de los ojos, que la hace entristecer, también me sale una sonrisa en los labios.

- Miriam, necesito saber que sientes en estos instantes... porque no sé si abrazarte y consolarte o saltar y felicitarte... - su rostro realmente muestra confusión y yo no puedo evitar reírme.

- ¡Aiti! ¡Qué serás tía! - me abraza con efusividad y las lágrimas de ilusión mojan mis mejillas. Porque a pesar del miedo que tengo, ahora mismo sólo siento alegría. - ¡Aiti! ¡Qué seré mamá!

- Y la mejor mamá que esta personita de aquí podría tener - dice tocándome la barriga que en unos meses será mucho más grande. - Quizás deberíamos ir al médico y ver que todo está correcto, ¿no?

- Cojo las cosas y nos vamos. Pero... Aitana, ¿cómo sabré quién es el padre?

- A la ecografía podremos saber más o menos las semanas, pero lo más seguro será hacer una prueba de paternidad prenatal, de aquellas que hacen cuando el bebé aún está dentro.

...

Ambas esperamos impacientes en la sala de espera. Nos han dicho que la ginecóloga, que hemos tenido suerte porque sólo atiende dos días a la semana y hoy es uno de esos, sólo tiene una visita programada y que en menos de media hora nos podrá atender. Mi amiga me coge la mano cuando ve mi nerviosismo y no duda en decirme que todo saldrá bien. Eso espero.

Sólo han pasado quince minutos cuando una mujer con una barriga casi a punto de explotar y su pareja salen de dentro de la consulta. Ella me sonríe, una sonrisa tranquilizadora que me dice que ella hace unos meses vivió el mismo momento que yo vivo ahora, pero seguramente con el padre de la vida que lleva dentro a su lado.

La doctora es amable en todo momento conmigo y Aitana está tan atenta como puede con las indicaciones en inglés que esa hace. En el momento que la doctora se acerca a mí con una aguja Aitana empieza a ponerse blanca, creo que con los nervios que tiene no ha comprendido ni la mitad de las palabras que la doctora ha dicho con su lengua materna.

- Aitana - digo después de pedir una pausa a la ginecóloga que ríe comprendiendo que mi amiga no ha entendido nada - ahora me hará una analítica para ver cuál es el resultado, nos hará esperar y si sale positivo entonces me hará la ecografía. ¿Vale? Ahora, si quieres, puedes esperarme fuera, tranquila.

- Estoy muy nerviosa Miriam, pero me quedo aquí contigo. No miraré, pero te cojo la mano. - rio e indico a la doctora que ya puede intervenir, Aitana aprieta cada vez más su mano con la mía como si la estuvieran pinchando a ella. Un minuto después la doctora sale por la puerta.

- Aiti cariño, ya está. - al ver que no reacciona me pongo delante y la veo con los ojos bien cerrados. Acaricio su cara y noto como su cuerpo tenso por fin puede respirar - Ya está, va. Los resultados tardarán una media hora, podemos ir a la cafetería de enfrente y tomarnos una tila, así nos relajaremos un poco.

- Si, nos vendrá bien.


... 


Ha pasado un poco más de tiempo de lo que nos habían pedido para obtener los resultados cuando volvemos a entrar en el pequeño local donde se encuentran las consultas del pueblo. Aitana ya está más tranquila pero pienso que todos los nervios y la inquietud que mantiene en su interior no vienen causados ​​totalmente por mi posible embarazo. Pero he decidido que cuando ella esté preparada ya me lo explicará. Por mi parte aún no creo que en menos de veinticuatro horas me haya hecho un test de embarazo que ha dado positivo y que en unos minutos sabré a ciencia cierta si es verdad. Y por primera vez desde el positivo, sin que mi amiga, que esta distraída observando cada detalle de la sala, me vea, me acaricio la barriga.

Estamos sentadas cuando la doctora nos confirma que llevo dentro de mí una nueva vida y me da la enhorabuena. Aitana se levanta emocionada y me aprieta entre sus brazos.

- Felicidades pequeña - yo me seco las lágrimas de alegría.

La doctora interrumpe este momento de felicidad para hacerme subir a la camilla y empieza con la ecografía transvaginal que me permitirá ver por primera vez a mi hijo o hija. Aitana y yo observamos emocionadas la pequeña bolita que nos muestra la ginecóloga y escuchamos atentamente la información que nos está dando. Dice que todavía no puede saber exactamente las semanas que tiene pero con lo que le explico y las medidas que obtiene no son más de ocho. Dice que está todo correcto y yo respiro tranquila. Unos latidos empiezan a resonar por la sala y mis lágrimas vuelven a salir disparadas.

- Tengo la piel de gallina, nunca había vivido un momento tan emocionante - dice mi amiga mirándome. Yo me he quedado sin palabras y no puedo sacar mi vista de esta pequeña cosita que ha girado mi vida completamente.

Unos minutos después la ginecóloga me pesa y me toma la tensión para acabar de confirmar que todo está correcto. Me informa que tendré que ir al hospital de Cirencester para llevar el control del embarazo, ya que es el hospital donde estamos destinados los que habitamos en Ablington y en otros pueblos de alrededor. Esta ciudad queda sólo a un cuarto de aquí y por lo tanto no habrá ningún problema, además me confirma que será ella la que seguirá todo el embarazo. Me programa la próxima visita para la semana doce donde ya podremos saber del todo las semanas exactas y la fecha probable de parto, además de realizar otras pruebas para detectar posibles problemas y complicaciones.

Así que volviéndome a felicitar y dándome una hoja con pautas y posibles preguntas que resuelven las dudas de los primeros meses de embarazo que les surgen a la mayoría de madres primerizas, nos indica que ya podemos marcharnos. Antes de poder salir por la puerta, pero, Aitana me recuerda que tengo que preguntar sobre la prueba de ADN que quiero realizar para saber quién es el padre, siendo este un tema que me preocupa bastante.

La mujer, con una sonrisa, me cuenta que hay dos formas de poder saber el ADN del bebé antes de nacer. Unas son más peligrosas y existe el peligro de provocar una infección en el bebé o un aborto. Y la otra es una simple analítica. Me informa que para las dos opciones el embarazo debe haber alcanzado las diez semanas y que, evidentemente, también se necesita una muestra de ADN y una autorización del posible progenitor. Me da una tarjeta con su nombre y teléfono y me dice que me lo piense con calma, si necesito más información sólo tengo que contactar con ella.

Y una hora después de entrar por segunda vez en la consulta, con unas sonrisas inmensas, Aitana y yo nos dirigimos a casa. Bueno, Aitana, yo y una nueva vida dentro de mí.


Procuro olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora