AITANA:
Finalmente veo como levanta la cabeza y dirige su mirada hacia mí. Los ojos le brillan por culpa de las lágrimas. Acerca su mano hacia mi cara con la intención de acariciarme, pero no lo llega a hacer. Recorre la silueta de mi nariz y mi boca desde la distancia, como si tuviera miedo a tocarme, a quemarse. Sin embargo no rompe el contacto de su mirada con la mía una vez acaba de repasar mi rostro, y se está así durante bastante rato.
Cuando pienso que se acercará y unirá nuestros labios después de tantos días sin contacto mi cara se ilumina y mi corazón se acelera como si fuera el primer día. Él se pone de rodillas ante mí, me mira fijamente como ha hecho hasta ahora, suspira y finalmente se levanta. Con las manos expulsa las lágrimas que aún le quedan en las mejillas y se detiene ante la maleta a la que no le he dado mucha importancia. Veo a través del reflejo de la ventana de delante de mí como la abre y toma algo. Vuelve a acercarse a mí. Es en ese momento cuando veo que el sol, que iluminaba Madrid hoy, ha desaparecido y gotas de agua comienzan a caer con fuerza haciendo que el azul del cielo quede cubierto en pocos segundos por una mar de nubes oscuras.
El golpe de un impacto me hace cerrar los ojos del susto, cuando los vuelvo a abrir veo ante mío, junto a mis pies, lo que supongo que Luis ha cogido de la maleta. Una revista. Mi cara sale en la portada, pero no estoy sola. Unas manos entrelazadas también salen. Rápidamente abro la revista hasta la página que está indicada. El título en letras mayúsculas llama la atención de cualquiera que dé un vistazo al trabajo de esta empresa que se dedica a la prensa del corazón: Aitana rehace su vida con su pianista. Abro los ojos con sorpresa y miro rápidamente al chico que tengo delante, mantiene los ojos cerrados pero este no es impedimento para que sus lágrimas caigan. Acaricio su pierna y él da un paso atrás. Me vuelvo a concentrar en las líneas que acompañan unas cuantas imágenes que sé perfectamente donde fueron hechas.
Todavía me faltan unas líneas para acabar el artículo cuando escucho que Luis abandona la habitación cerrando la puerta, dejándome así sola. Al menos tengo la seguridad de que no se irá, ya que su maleta resta sobre la cama.
Llego al punto final. Toda una historia inventada. Una historia que puede distraer y entretener a los lectores además de añadir morbo en mi vida. Y una historia que puede hacer mucho daño y destruir personas.
Desde que inicié mi carrera musical dentro de la discográfica, poniéndome en medio de la fama, tuve claro que mi vida personal sería totalmente privada. Mi manager también me lo aconsejó y durante estos meses, en la que ella se ha convertido en mi principal confidente, me ha ido ayudando a que esto sea posible en gran manera.
Es cierto que más de una vez en los últimos meses he estado portada de algunas de las revistas más importantes del país. La mayoría de forma totalmente profesional y otros donde la importancia estaba dedicada a mi vida personal. Pero más o menos siempre se explicaba la verdad, o al menos se acercaba bastante. Esta parte de la fama era la que más le costaba a Luis, que tenía que ver los escaparates de las calles o los programas del corazón que se emitían diariamente por las televisiones públicas del país. Aun así, sabiendo que era un factor totalmente externo a mí, nunca se había quejado ni enfadado.
Pero ahora sabía que podía no haber marcha atrás, en este caso.
Conocí a Fernando durante una tarde de composición con mi productor. Fue él quien nos presentó y estuvimos hasta bien entrada la madrugada componiendo los tres juntos. De aquel encuentro salió una canción y pocas semanas después otra. Canciones que cuando estuvieron terminadas formaron parte del disco desde el primer momento, sin ni siquiera dudarlo.
Fue fácil establecer una buena relación con el chico de treinta y dos años de pelo y ojos oscuros. Quizás el hecho de encontrarme con alguien de mi tierra, de la que me separaban más de cuatrocientos kilómetros, hizo que nuestra unión fuera mucho más rápida. Fernando había estudiado en el mismo conservatorio que yo y al acabar los estudios y la formación decidió probar suerte en la gran capital. No fue fácil, pasó años entre los túneles del metro y las sombras de los árboles tocando para los que paseaban. Un día, todo cambió y su talento salió a la luz pasando a tocar en los escenarios de los grandes festivales donde actuaban los artistas más conocidos del país. No fue muy complicado, en vista de nuestra complicidad, que aceptara trabajar conmigo. Tanto fuera como encima del escenario.
Conocí a la pareja de Fernando semanas más tarde, cuando después de horas ensayando vimos que se había hecho demasiado tarde para ir a comer fuera y me invitó a su casa. Un montón de papeles repartidos encima del escritorio llamaron mi atención desde el momento que puse mis pies sobre el parqué de la casa. Fue cuando él se fue a cambiar de ropa, cuando mi vena curiosa tiró de mí y tiré el ojo descubriendo una demanda de adopción y papeles relacionados con el mismo tema. Las vueltas de la cerradura de la puerta principal me hicieron volver a sentarme rápidamente en el sofá, teniendo tiempo de disminuir mi acelerada respiración antes de dejar paso a un cuerpo musculoso. Fernando y su pareja, Marcos, se habían conocido en una de las muchas tardes que el primero dedicaba a la música, desde aquel primer día se habían hecho inseparables y habían redescubierto su sexualidad el uno con el otro. Después de años hacía unos meses que habían decidido ser padres, ilusión que cada día veían más cerca de conseguir después de muchas horas dedicadas íntegramente a eso.
Y las fotografías de la revista mostraban esto. La felicidad de una persona que dentro de unas semanas conocerá a su hijo. La felicidad de una persona que recibe la noticia con la misma ilusión que el padre. Y nada más. Felicidad. Porque después de semanas compartidas con él no hay nada más que me pueda hacer más ilusión que verlo cumplir uno de sus sueños.
Pero las letras no explican lo mismo. Narran la historia de una cantante que aprovecha estar fuera de la ciudad donde vive, lejos de su pareja, para estar con otro. Para estar con un chico con el que pasa más horas que con su pareja, y que, algo totalmente razonable por los periodistas, con el que se ha generado una relación que supera los límites de la amistad desde hace tiempo.
Me levanto despacio con el objetivo de ir a buscar a la única persona con la que tengo y quiero tener una relación que vaya más allá de una simple amistad. Pero sólo tengo tiempo a apoyarme en el cristal helado que hace unos momentos tenía delante cuando la puerta vuelve a abrirse. Me mira a los ojos pero no tarda en evitarlos, se ha limpiado la cara pero vuelve a tenerla llena de lágrimas. Coge la maleta y vuelve a deshacer el camino que hizo hace unos segundos, yo lo sigo. Se detiene unos instantes. Y cuando parecía que daría la vuelta y volvería a mí, abre la puerta de la entrada. Mis pies reaccionan.
- No, Luis... No... - mi voz por fin sale. Pero ya es demasiado tarde.
Lo único que se oye es el portazo. Y mis sollozos que acompañan unas lágrimas que hace rato que salen sin ni siquiera haberme dado cuenta.
Ya sabemos que le ocurre a Luis. Esta vez se va él dando el portazo y no Aitana como pasó hace cinco años. ¿Se atreverá ahora ella en ir a buscarlo y solucionarlo como no hicieron antes? ¿O será él quien volverá? Puede que nadie vuelva, ¿quién sabe?
¡Muchas gracias por leerme y compartir este ratito conmigo! ¡Nos vemos la semana que viene! También podemos encontrarnos en Twitter: @Lia150008 o por CuriousCat, ¡que me hace mucha ilusión recibir vuestros mensajes también por allí y poder charlar un poquito más!
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Procuro olvidarte
Roman d'amourEsta es la segunda parte de "MI REINO", que podéis encontrar en mi perfil. Recomiendo leer la primera parte para seguir al máximo esta historia. ... Después de terminar segundo de bachillerato Aitana se marchó de ese pueblo de Galicia donde había vi...