Procuro olvidarte

Mamá

Antes de empezar os aviso para que podáis comprender perfectamente el capítulo. Todo lo que está puesto en presente pasa ese mismo día, nos situamos en un martes de la semana antes de Navidad (así también ubicáis donde nos situamos temporalmente). La parte que está en pasado son los pensamientos que Miriam tiene de su pasado, por lo tanto esto ya lo ha vivido y simplemente lo recuerda. ¡Ahora ya todo dicho, adelante!

MIRIAM:

Me acaricio la barriga donde todavía no es visible que una vida se esté formando dentro. Durante estos días, sentimientos muy contradictorios entre ellos han estado dentro de mí. ¿Seré capaz de ser una buena madre, de darle lo mejor? ¿Soy demasiado joven, tal vez? ¿Sabré educarlo adecuadamente? Tengo muchas dudas, y millones de situaciones dan vueltas por mi mente. Haciendo los cálculos más o menos he podido saber que el final del embarazo será a mediados de verano. Por lo tanto, tendré que decidir si será mejor quedarme aquí en Inglaterra o volver al pueblo durante un tiempo, pero para eso aún quedan bastantes días.

Estoy tranquila porque dentro de una semana, cuando vuelva a casa para pasar las fiestas, la barriga continuará más o menos igual de plana y será fácil esconderla. Los vómitos o mareos que me acompañan durante algunas mañanas serán más complicados de hacerlos pasar desapercibidos para mi familia.

Quiero tener aclarado el tema de la paternidad antes de tomar el vuelo que tengo reservado desde hace varios meses, por si me tuviera que hablar seriamente con Roi. Por lo tanto, la misión de hoy es ir a hablar con el otro posible padre.

Después de pasar los, ahora ya, diez minutos reglamentarios ante la taza del inodoro, voy a lavarme los dientes y entro en la ducha para afrontar con fuerzas este martes. Me pongo una camisa negra que acompaño con unos vaqueros y aprovecho para ponerme unas botas calientes con un poco de tacón. Me preparo un yogur con frutos rojos naturales y no me olvido de las vitaminas necesarias durante el embarazo que mí ginecóloga ya me ha recetado.

A las ocho ya estoy lista, le doy comida a Lola y acabo de recoger un poco la casa que ahora mismo está llena de cosas referidas a la maternidad. Las estanterías con mis lecturas preferidas, en todos idiomas y de diversos temas a dado paso a una gran colección de libros, revistas y artículos con mujeres embarazadas, recién nacidos y niños como temas principales e imagen de portada. Por no hablar de mi móvil, donde Aitana y Marta no han tardado en hacer un grupo de WhatsApp llamado "TeamBaby" donde envían cada noticia o curiosidad importante sobre este tema que ahora mismo es nuestro centro. Además, ya han comenzado a pasar imágenes sobre productos infantiles que en unos meses serán necesarios en esta casa, llenando del todo la galería fotográfica. No es extraño que en coger el móvil, por primera vez al día después de más de una hora ya despierta, me encuentre con los mensajes de mis amigas preguntándome cómo estoy y cómo he pasado la noche. Respondo con brevedad y salgo de casa dirigiéndome a la escuela infantil.

Durante el camino pongo atención en cada paso que hago, ayer nevó mucho y prohibieron toda actividad fuera de casa pero ahora las calles ya están limpias y fuera de peligro. Pasando por delante de la puerta de una casa cerca de la mía veo a mi vecina saliendo con muchas complicaciones, lleva un cochecito, que apenas pasa por la entrada, con un bebé que nació hace dos semanas y que ahora reclama a su madre. Dos niñas bien peinadas, vestidas igual y con una trenza pelirroja bien larga esperan pacientemente a su madre para enfilar el camino, cuando me ven me saludan con la mano y con una sonrisa inmensa en la cara a pesar de las horas que son. No lo puedo evitar y me acerco a la familia, las ojeras que la mujer lleva bajo los ojos y los gritos del recién nacido me dan el empuje suficiente para hacerle la oferta que he pensado al ver la situación hace unos minutos. La madre acepta rápidamente y me da mil veces las gracias mientras me invita a la hora del té en unas horas.