Epílogo

510 29 18
                                    

Ya han pasado un poco más de cinco años desde que vivieron aquel que se dice que es el evento más importante de su vida, el nacimiento de su hijo.

Hace casi nueve meses, Miriam y Roi, dentro de un baño de paredes verdes de un hotel de tres estrellas situado en el centro de Suiza, mientras el niño de sus ojos dormía la siesta en la que estaba siendo su cama durante esa semana calurosa de vacaciones, descubrieron que serían padres por segunda vez.

Ahora, después de dos días rodeados de flores, globos y bombones en la habitación blanca del hospital de Cirencester, donde han dado la bienvenida hace unas horas a su hijo e hija vuelven a casa cargados de ilusión.

Cuando llegan a la casita de Ablington donde hace varios años Miriam empezó su vida, Lois espera con los brazos abiertos a sus padres a quien ha echado mucho de menos durante estos días que hace que no los ve, aunque haya pasado unas horas muy divertidas junto a quienes, desde que nació, considera sus titos y los que le gustaría ver más y la distancia los mantiene separados.

Escucha un lloro y se acerca sigilosamente hacia los capazos que permanecen en el suelo. Lola también se acerca acariciando sus piernas. Muy pronto ve como quien se queja es el bebé que está tapado con una mantita blanca con su nombre bordado en verde: Artai.

Después de hacerle unos cuantos mimos y escuchar que su madre le dice que debe de tener hambre, mira expectante como ésta lo coge y se lo pone en el pecho. Unos minutos después el bebé, que a Lois le parece una muñeca como las que tiene en su habitación, ya se ha quedado dormido, y quién se queja ahora es la niña tapada con una mantita igual que la de su hermano, con la diferencia que el nombre es en amarillo y pone: Lúa.

El pequeño Lois, de sólo cinco años, ha mostrado gran interés por el embarazo de su madre desde que se lo contaron. Como cada año la familia volvía a su pueblo natal para las vacaciones de Navidad dejando la nieve y el frío de la casa inglesa para sustituirlos por las lluvias y los abrazos de su tierra y su familia, en el vientre de Miriam ya se empezaba a vislumbrar una pequeña curva prominente y los dos adultos tenían claro que una vez atravesado el umbral de las puertas de casa de sus padres estos se darían cuenta de la buena nueva. Así que decidieron explicárselo al niño antes de terminar las maletas y toda la ropa que necesitarían para aquellas semanas fuera.

Él se los puso muy fácil, ya que hacía unos días una compañera de la escuela había recibido su hermanito, y Lois había mostrado gran interés y curiosidad al ver el capazo del bebé. Fue así como introdujeron que unos meses más tarde tendría dos en casa. Tenían miedo, era evidente, habían leído multitudes de artículos que hablaban de los celos entre hermanos y más si llegaban dos de golpe. Había sido una gran sorpresa que la familia aumentara de golpe cuando en sus mentes sólo aparecían imágenes de lo que podía ser su futura familia de cuatro y no cinco. Los nervios de Roi saltaban a la vista en poder vivir más íntimamente el embarazo y desde otra situación que no fuera lejos de Miriam, ella en cambio disfrutaba tranquila del crecimiento de su vientre al verse rodeada de amor por todas partes. Lois sólo preguntaba cuando faltaba para que nacieran, como se encontraba su madre, si estaba cansada, si le dolían sus pataditas, cuando iban de compras en la ciudad sólo pensaba en sus hermanitos, estuvo días pensando los nombres que les pondrían, incluso antes de saber que serían, y esperaba impaciente la salida de la escuela los días que tocaba consulta para al día siguiente contar con todo detalle como de pequeños eran aquellos a quienes aún veía de color blanco y negro y a quién cuidaría toda la vida.

Miriam estaba feliz de ver cómo su pequeña casa se había llenado de la gente que más quería, como había logrado formar una familia con ese chico que le había llenado el corazón cuando era adolescente y ver que la amistad que mantenía con Aitana y Cepeda estaba más viva que nunca. El amor que su hijo mostraba hacia sus tíos, aunque no fueran de sangre, era más grande de la que se hubiera nunca podido imaginar. La distancia con ellos era lo que llevaba peor de su vida en Inglaterra. Ellos continuaban en Madrid, viviendo su vida dentro y fuera de los escenarios y sin terminar de poner ataduras a su relación se les veía más felices que nunca, no compartían su vida personal en las redes pero tampoco se alarmaban si salían en cualquier artículo de alguna revista, tanto se les daba todo si ellos sabían la verdad y eran felices.

Marta en cambio, lo había abandonado todo. Después de cumplir el sueño de trabajar para una de las cadenas de moda más prestigiosas del mundo había renunciado a una vida estable y lujosa para poder ayudar a aquellos que más lo necesitaban. Disfrutaba moviéndose por el mundo y viviendo experiencias que llenaban corazones y vidas, pero sin perder los recuerdos de aquellos a que más ama y que a menudo visitaba para poder crear nuevos y mejores.

Si el nacimiento de un hijo no era bastante bonito, la llegada de dos ha llenado de magia y amor los corazones de esta familia y Miriam cree que no hay persona más afortunada en el mundo ahora mismo.

- ¡Eh Miri! ¿Estás bien? - Aitana es quien saca a su amiga de los recuerdos donde había volado, trayendo a la memoria el nacimiento de su hijo mayor y el que hace unos días ha vivido.

- No podría estar mejor. - Abrazándola observa de reojo como su marido y Luis hacen de todo para hacer reír a los bebés, aunque toda la atención vaya dirigida a Lois. - ¿Y vosotros cuando ampliaréis la familia? - Esta pregunta deja a la pareja estática, Aiti se desenreda de los brazos de Miriam y Luis deja en el suelo a su sobrino para acercarse a su pareja.

- De momento no lo tenemos pensado, pero queríamos saber que tenemos que hacer para reservar la iglesia de este pueblo para verano... - y con un anillo lleno de promesas y felicidad Miriam sabe que a su corazón no cabe más vida de la que le da su familia.


Ahora sí, FIN



Esta segunda historia contaba la vida de Aitana y Miriam cinco años después de la primera, y me parecía interesante poder escribir que pasaba cinco años después. Así que hemos vivido quince años de la vida de nuestras protagonistas y no sabéis la pena que me hace despedirme de ellas...

Quiero agradecer a cada una de las personas que habéis invertido una parte de vuestro tiempo a leerme, me ha hecho muy feliz.

No os hacéis una idea de la gratitud y felicidad que hay ahora en mi corazón.

Finalmente, la semana que viene empezaré otra historia (porque no puedo estar sin hacer nada), publicaré un aviso por aquí cuando la publique. Y seré muy feliz de que me acompañéis en esta nueva aventura, si así queréis. En principio subiría capítulo cada semana, como he estado haciendo hasta ahora, aunque no sé el tiempo que tendría si empezara a trabajar. Pero eso ya os lo iría poniendo por allí. Si tenéis alguna petición o sugerencia me la podéis contar que estaré encantada de recibir vuestros comentarios.

¡Nos vemos muy pronto (más que los de Luis)!

Muchas gracias de todo corazón,

Lia

Procuro olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora