Casa

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MIRIAM:

Las semanas han pasado volando, mi barriga crece día tras día dificultándome cada minuto y si añadimos el calor de mediados de julio pues todavía me hace más difícil dormir o respirar. Mirarme al espejo no sé si me ayuda mucho a empezar este 15 de julio, las gafas que comienzo a lucir bajo los ojos muestran las malas noches que paso intentando encontrar una postura adecuada para conciliar el sueño. Reconozco que las noches se hacen largas pero los días tampoco se quedan atrás, ahora que ya hemos llegado a la semana treinta y ocho por fin empieza la cuenta atrás.

Lola me acaricia las piernas cuando llego al comedor y la maleta para ir al hospital en cualquier momento se ha hecho reina del sofá del comedor. Llaman al timbre y no me extraño en encontrar a Roi tras la puerta, como lleva haciendo cada día desde que volví a instalarme en el pueblo, en un pequeño piso que alquilé para tener intimidad durante los días que haré vida aquí hasta decidir volver a Inglaterra. Quien sí me sorprende es la chica que le acompaña a su lado, no esperaba que viniera.

- ¡Aiti! ¿Qué haces aquí? ¿No tenías conciertos? - mi amiga me abraza como buenamente puede y no deja de acariciar mi enorme barriga. Mi hijo nota la emoción que recorre por nuestras venas, ya que no tarda en darme alguna que otra patadita.

- ¡Pequeño, la tita ya está aquí!

- Gracias amiga, yo también te quiero...- digo llamándole la atención para que me haga un poco más de caso a mí.

- Mi sobrinito preferido se merece toda mi atención. ¿Crees que me perdería su nacimiento? Este fin de semana tengo concierto, pero muy cerca, iré y volveré.

- Ay, Aiti, sabes que no es necesario que hagas todo esto por nosotros, ¿no? Yo te avisaré si tengo algún síntoma extraño...

- Ni una palabra más sobre este tema, ¿me oyes? - dicho esto se dirige hacia el sofá donde Roi ha vuelto a sacar todas las cosas que había dentro de la maleta, absolutamente todas.

- Roi, ¿se puede saber qué haces?

- Comprobar si lo tenemos todo, este niño puede nacer en cualquier momento... - está nervioso y lo noto cuando pasa la mano por encima de mi barriga.

- Ay, ¡pero qué cosita más mona! Mira Roi, que pequeñito todo...- dejo que los dos hagan de las suyas, sin quitarles los ojos de encima, y ​​me voy a preparar mi desayuno.


...


La mañana ha pasado entretenida con toda la gente que ha estado en mi nuevo pequeño piso. Mis padres han hecho acto de presencia antes de que pudiera acabarme el yogur de frutas con un montón de ropa para vestir a su nieto que me servirá hasta que éste tenga como mínimo tres años de vida. Los padres de Roi tampoco han tardado en venir, alegando saber que su hijo estaba aquí y que querían ayudarme a preparar algunas cosas para la llegada del niño. Con la llegada final de Marta hemos conseguido sacar los mayores de casa para poder comer tranquilos, a pesar de la insistencia pero no he conseguido que Roi se marchase.

- Nuestro hijo está a punto de nacer y yo quiero estar a vuestro lado en todo momento.

- Roi... quedan dos semanas todavía...

- Miriam tiene razón, ahora ya puede nacer en cualquier momento.

- ¡Bueno, alquilo un piso para estar sola y tranquila y os tengo a todos sobre mí las veinticuatro horas del día! ¿Y qué, Roi, tu novia no dice nada de todo esto?

- Miri... - me dice Aitana acariciándome suavemente la mano.

- ¡No, basta! ¡Estoy cansada! - cuando siento unos brazos rodeándome me rompo definitivamente y los ojos dejan escapar las mil lágrimas que hacía rato que retenían con fuerza.

- Shht, ya está... tranquila... - la voz de Roi me calma poco a poco y sus manos me dirigen hasta mi habitación.


...


Cuando me despierto Roi está sentado en un lado de la cama observando mi barriga y la tranquila respiración que ahora sigo.

- ¿Y las chicas? - se sobresalta cuando hablo y me hace reír, haciendo rebotar mi enorme barriga.

- Están en el comedor, terminando de preparar la comida. ¿Estás mejor?

- Sí, más tranquila. Siento mucho las cosas que he dicho... y haberos gritado... ¿Qué hora es?

- Las dos, no has dormido ni una hora, ¿quieres...?

- No, estoy bien - este pequeño sueño me ha venido bien para repararme y estabilizar un poco mis emociones.

Cuando me levanto noto un dolor en la parte baja de la barriga pero hago una sonrisa para no alertar a Roi, ya hace días que las llamadas contracciones de Braxton Hicks hacen acto de presencia. Él me acaricia la espalda para dirigirnos ambos hacia el comedor cuando el dolor vuelve a paralizarme.

- Ay, perdón, pensaba que aún dormías... la comida ya... Miriam, ¿estás bien? - intento sonreír pero mi cara solo consigue mostrar todo el dolor que esta contracción me ha llevado. Pronto todo lo que veo se vuelve negro.



El niño está a punto de llegar, o quizás sólo son contracciones falsas quien sabe... ¿Qué pasará con Miriam? Roi se ha estado mostrando muy comprensivo y cariñoso con la futura mamá pero, ¿qué límites tienen?

¡Nos vemos la semana que viene! También podemos encontrarnos en Twitter: @Lia150008.

¡Os envío todas mis fuerzas, cuidaros mucho y respetad las medidas sanitarias! ¿Cómo lo estáis llevando todo?

Lia


Procuro olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora