capítulo 10.

9 3 0
                                    


 

  Las gotitas de lluvia me impedían el paso, solía ser una persona que amaba chapotear en el agua, pero hoy no era precisamente el día

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  Las gotitas de lluvia me impedían el paso, solía ser una persona que amaba chapotear en el agua, pero hoy no era precisamente el día. Mis nervios estaban a flor de piel porque al salir de la facultad me encontraría con él. no, no me refería a Adrián, me refiero a alguien que verdaderamente detesto desde mis 15 años; mi primo.

  Efraín tenía dos años más que yo, pero por algún motivo desconocido me dí cuenta de que siempre sintió una atracción sexual hacia mí, era obsesivo hasta el punto en el que me hacía escenas de celos en público, a lo cual yo lo mandaba a comer mierda.

  Y sí, temía porque el estúpido era más fuerte y alto que antes, no sabía hasta donde era capaz de llegar, no quería que se acercara a mí en lo absoluto.

  Corrí hasta la otra esquina ocultando la carpeta con el proyecto de inglés bajo mi sweter, no iba a mojar el trabajo en el que se esforzó Adrián por hacer.

  Salí de mi escondite porque si no llegaba a tiempo con Hernández definitivamente diría que es porque no hicimos el proyecto y buscaba excusas.

  Mis cortos pies daban saltos en el agua, me estremecía con las gotas tan heladas. Era seguro que en cualquier día nevaría.

  Llego al salón dando un portazo que sobresalta a todos los presentes incluyendo a la profesora que da un salto demasiado exagerado para mi gusto.

  Me acerco al pupitre, dejo mi maleta empapada sobre el suelo con todas las miradas puestas sobre mí y me acerco a la profesora para entregarle el proyecto.

  — a-aquí está... — mis dientes tiritan haciéndome enredar y balbucear cosas sin sentido, pero justo cuando todos se iban a burlar la puerta se vuelve a abrir de un portazo mostrando a un Adrián igual de empapado que yo.

  Sonrío burlonamente mientras tiemblo. La profesora me recibe el proyecto que viene en perfectas condiciones dándome una breve palmadita en el hombro para que tome asiento.

  Adrián se acerca a mí, se quita su sweter mojado, luego me quita el mío de manera torpe y me brinda la chamarra que traía debajo del abrigo.

  — to-tómala, — tiembla con su mano extendida — no tienes permitido enfermarte.

  Sonrío para luego recibirla y ponermela.

  Los dos vamos a nuestros asientos. La verdad es que esperaba no encontrarlo hoy por lo que me había dicho el sábado, pero ese no era el caso, el chico aparentaba que nada estaba sucediendo y prestaba atención a las clases con su cabeza apoyada sobre su mano.

SMILE. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora