capítulo 2.

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  Ayer salió todo patas arriba

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  Ayer salió todo patas arriba. esperaba poder charlar más tiempo con Adrián o al menos agradarle un poco, pero lo único que logré fue ser repudiada por el castaño y obtener un sermón del profesor Ramírez advirtiendome que si volvía a tardar tanto tiempo me haría una observación.

  Esta vez decido acercarme a samya y saludarla en cuanto entro al salón, es una buena chica pero es malinterpretada por muchos que dicen que es un “macho”.

  — Leila. — me hace señas para que me acerque a ella — ¿Que pasó ayer? No tuve la oportunidad de preguntarte gracias a Ramírez que no paraba de darte lecciones.

  Suspiro pesadamente haciendo notar mi decepción — Adrián me dijo que volviera a clases, en pocas palabras, me mandó al cuerno.

  — no te lo tomes personal, ya sabes como es él.

  Asiento para luego ir a mi puesto y recostar mi cabeza sobre él. Miro el asiento de Adrián vacío, él no falla comúnmente, quizás una que otra vez en el mes por motivos que nadie conoce excepto el profesor.

  El día no puede ir peor, hoy no lo veré.

  La profesora Hernández entra al salón dando sus típicas instrucciones en inglés. Soy promedio en esta materia, pero no es que me guste mucho, prefiero el español.

    La clase pasó rápido entre ejercicios y risas debido a las pronunciaciones de mis compañeros, pero me faltaba ver su cabellera castaña con reflejos y sus bonitos ojos cobrizos.

(...)

  Cuando termino la única tarea que tenía enciendo la televisión y pongo estación zombie. Me gusta todo tipo de géneros tanto en películas como en libros, aunque aveces me voy más por la ficción o la juvenil.

  Cojo el móvil, entro al Facebook y me introduzco en su perfil, el cual solo tiene unas pocas fotos de él y una que otra donde sonríe. Su sonrisa es encantadora, aunque lo conozco hace más de un año, cada vez que lo veo sonreír es como la primera vez.

  Entonces me decido, iré a su casa a prestarle mis apuntes de la clase para que no se quede y posiblemente repruebe más materias de las que ya está reprobando.

  Salgo de mi cuarto decidida junto a mi mochila.

  — Leila, ¿Adónde vas? — cuestiona mi terapeuta favorita. Mi madre.

  — a casa de Adrián, hoy no fue a clases, no quiero que se quede.

  La pelinegra me mira guasona, sabe de mis sentimientos hacia el chico y no se molesta en lo absoluto por el sofoco que me causa.

  — ¡Mamá! — le reprocho — deja de ser tan socarrona, deberías apoyarme.

  Le propino un beso en la mejilla y salgo rápidamente de casa antes de que se vuelva a burlar de mí.

SMILE. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora