capitulo 5.

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  Y como siempre, los suspiros empañan el delgado vidrio de la ventana del salón que me permiten visualizar las atareadas calles a esta hora de la mañana

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  Y como siempre, los suspiros empañan el delgado vidrio de la ventana del salón que me permiten visualizar las atareadas calles a esta hora de la mañana.

  Esta vez no me empeño en prestar atención a la clase. ni siquiera sé en qué momento llegó  el profesor, como siempre tan transparente para los alumnos hablando de su psicología barata y para nada llamativa.

  La próxima clase es inglés y no me veo muy capacitada para soportar una hora más en este infierno.

  El guapo Adrián sigue tan impasible como siempre. fue casi un milagro que hoy llegara justo en el momento en el que el profe iba a cerrar la puerta. Desde el día en que me confesó su gusto por alguien más mi mente no ha parado de dar vueltas, llegando incluso a conclusiones muy descabelladas pero no imposibles.

  ¿Y si su preferencia sexual es contraria a la que yo creía? Eso explicaría el porqué nunca lo he visto con una novia. O quizás verdaderamente ame a una chica afortunada, pero me cabreo bastante pensando en quién puede ser.

  La profesora Hernández abre la puerta con un simple hi, how are you all? Y recibe como respuesta un well, thanks por parte de algunos estudiantes de los que me excluyo.

  Realmente mi mente estaba en una maldita nube, no era capaz de asimilar toda la información de la docente, mis párpados se debilitaban con cada palabra más de las instrucciones de la profesora y el quinto bostezo fue interrumpido por un nombre con apellido.

  — Adrián Hayward, ya sabes con quién tendrás que compartir tu trabajo, espero mucho de ustedes dos — luego me lanza una mirada furtiva para pasar a seguir pronunciando nombres.

  ¿Que?

  Miré a mi alrededor confusa. Samya me miraba con una sonrisita y Adrián tenía posados sus profundos ojos en mí.

  El chico se levanta, coge su pupitre, lo trae justo al lado del mío y deja rodar su mochila por su brazo hasta que cae al suelo.

  — hola Laila — sonríe a medias.

  Yo a este chico no lo entendía de ninguna manera, algunas veces era demasiado cretino y otras era más relajado e incluso se podría decir que “normal”. Pero eso era lo que me gustaba de él, que sus cambios eran literalmente como los míos.

  Los dos somos tan raros y diferentes, que incluso podríamos ser complementos opuestos.

  — ¿Que haces aquí Adrián?

  Rueda los ojos. — Maldición weasley, presta más atención a la clase.

  — al menos llego a tiempo — le reprocho haciéndole morritos.

  Se ríe causandome escalofríos, es una risa simplemente perfecta para mí. Por dios, espero nunca reír frente a él porque de seguro no tendrá el mismo pensamiento que yo. Literalmente me río como una cacatúa.

SMILE. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora