capítulo 16.

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  La manera más eficiente de desconcentrarte de tus clases es teniendo una persona en mente y más en presencia

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  La manera más eficiente de desconcentrarte de tus clases es teniendo una persona en mente y más en presencia.

  Había pasado prácticamente medio mes en el que el chico y yo éramos muy cercanos, compartíamos momentos, estupideces e incluso mis donas a las cuales él se quejaba porque no se las regalaba completas.

  — Leila, estás en las nubes de nuevo. — afirma mi amiga que sabía acerca de todo lo de nosotros.

  — exageras.

  Aunque veía a Adrián muy seguido, sabía que algo andaba mal con él al igual que conmigo, puesto que sus ojeras eran más que notorias y la manera en la que se encorvaba había aumentado a como era al principio.

  — he vuelto a tener pesadillas samya. — sorbo de la pajilla de mi vaso. — mi papá aparece en cada una de ellas con un rostro lamentable.

  — ¿Ya has hablado con alguien acerca de esto?

  — no, tendría que ir a una psicóloga — sonrío haciendo una mueca.

  — tienes razón, esas aguanta locos están más chifladas que los propios enfermos.

  — aveces eres incluso más mordaz que Adrián. Los dos son demasiado sinceros para mi gusto.

  — simplemente somos reales cariño.

  — exacto — confirma Adrián detrás de mí.

  — deberías fijarte más en tus zapatos que en las conversaciones de chicas — observo sus zapatos de dos colores divertida.

  — mierda, no de nuevo. — cierra los ojos lamentándose. — omite eso. quiero darte algo, ven a la piscina en la clase de Williams.

  — pero esa es la clase de música, es de mis favoritas.

  — por favor weasley, tocas horrible la flauta por si no lo sabías. Tu voz desafina peor que la de Britney cuando anima mi equipo y tus malditos dedos en la guitarra parecen palos tiesos.

  Me quedo sin palabras — definitivamente ustedes no tienen corazón. — hago pucheros en dirección a la pelinegra y el castaño.

  Los dos carcajean.

  — te espero weasley, no llegues tarde. — se da la vuelta para irse por donde vino.

  — ¿Qué crees que te dará? — la chica acerca su rostro más a mí curiosa.

  — metiche, ni siquiera yo sé — la empujo de hombro, me levanto de la silla y voy tras Adrián.

  Aquel chico con una fina línea en sus labios, una profunda mirada vacía, un cuerpo atleta y popular, ya no era todo eso para mí. Había desarmado cada una de las barreras de Adrián, sabía acerca de su familia, del amor que tenía por mí hace mucho tiempo y de que sinceramente era un chico vulnerable intentando ocultar sus temores.

SMILE. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora