capitulo 17.

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  La ruleta gira hasta llevarnos al punto máximo

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  La ruleta gira hasta llevarnos al punto máximo. La mirada de Adrián no se despega de mi encantado rostro con la vista de toda la ciudad.

  — te amo — el murmullo del chico hace que gire el rostro lentamente para encontrarme con sus cobrizos ojos, esos que normalmente son tan vacíos, hoy tienen brillo.

  Sus palabras me desestabilizaron, no esperaba que me confesara sus sentimientos en este momento.

  Mi sonrisa lo desconcierta, quizás esperaba que le dijera lo mismo, pero no me atrevía cuando ni siquiera sabía a dónde llegaría nuestra relación.

  El chico desvía la mirada dando un suspiro, carraspea y luego se acerca a mí.

  — ¡Weasley mira! — me señala un edificio que comienza a destellar corazones con sus luces.

  — ¡Es hermoso! — planto mis manos en el vidrio sonriendo.

  — tú eres hermosa — sus labios se plantan sobre mi sien suavemente.

  Adrián me había dado medio mes de felicidad, aún faltaba la otra mitad, pero realmente tengo miedo de lo que pasará una vez pase el mes.

  — ¿Me dejas besarte weasley? — pregunta mientras pone un mechón de mi cabello detrás de la oreja.

  — ¿Desde cuándo me lo preguntas?

  — desde que temo perderte.

  Exhalo el aire de mis pulmones y asiento.

  El chico une nuestros labios pero no me besa, solo aspira con los ojos cerrados.

— hueles a chocolate weasley — aclara. — tienes chocolate en el cuello. — ríe ahogadamente para quitarme un trocito de chocolate que cayó de la manzana.

  El calor sube a mis mejillas ante la vergüenza. — solo omite eso.

  — ¿Como omitir que la chica que amo ni siquiera sabe comer?

  Cuando estaba preparada para discutir Adrián me besa suavemente. Es de esos besos que no se olvidan, donde se siente el amor de la persona, donde no existen segundas intenciones o fantasías.

  — ¿viste la ciudad? — el chico da brinquitos una vez bajamos.

  Asiento. — todo era hermoso.

  — pues esa ciudad no se compara al amor que siento por tí estúpida chica.

  — no exageres.

  — te lo digo enserio. — sonríe y me planta un beso en la frente.

(...)

  — ¡mamá! — le reprocho por octava vez a la mujer que deje de interrogarme con respecto a Adrián. — dame espacio, tan solo falta una semana para la fiesta de graduación, estoy nerviosa porque veré a Adrián en smoking, no tengo vestido aún y se acabará el maldito mes.

SMILE. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora