capítulo 18.

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  — estás preciosa — adula mi madre echándome miraditas llenas de orgullo

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  — estás preciosa — adula mi madre echándome miraditas llenas de orgullo.

  — como siempre. — modelo frente a ella exageradamente.

  No había visto a Adrián hace una semana, desde el día en que escogí el vestido, pero sabía que no me quedaría mal.

  — ya debo irme o llegaré tarde — salgo deprisa, pero me detengo al abrir la puerta.

  — hola — murmura el guapo chico en una tímida sonrisa.

  — ¡Adrián! — me lanzo a sus brazos para sentir la tela de su smoking negro. — adiós mamá.

  — cuídense. A las 12 te espero aquí señorita.

  — no se preocupe, la traeré a esa hora. — afirma el pelicastaño.

  Una vez cierro la puerta, lo analizo con la mirada. Estaba realmente guapo hoy.

  — ¿Vamos? — le señalo con la mirada la dirección al club del festejo.

  — Weasley — habla. — no vayamos al baile.

  — ¿Que? — parpadeo atónita.

  — tengamos una cita. — sonríe mostrando sus pequeños hoyuelos. — hagamos que el último día de nuestro mes sea maravilloso.

  — ¿Y adónde podríamos ir?

  — ¡A comer chocolate! — decimos a la vez para luego carcajear.

  Nos tomamos de la mano para dirigirnos a la pastelería. Adrián tenía una sonrisa resplandeciente hoy, es como si realmente estuviera muy feliz.

  — por cierto, ¿sabías que la vieja roberts fue quien soportó todas mis quejas hacia tí? — confiesa mientras mete la cuchara con un trozo de pastel en su boca.

  — ¿Quieres decir que ella siempre supo que te gustaba? — abro los ojos.

  Asiente encogiéndose de hombros. — apenas me doy cuenta de que ella siempre supo que los dos nos gustabamos. Vieja loca.

  — ¿Es cercana a tí? — indago.

  — un poco, la conozco desde que llegué a esta ciudad. De verdad que está chiflada.

  — te golpearé para que no hables así de la anciana. — finjo lanzarle un puño pero termino manchando su nariz de crema de chocolate.

  — ¡Ey! — se queja para luego rozar sus dedos untados de crema en mi mejilla.

(...)

  Me había dado cuenta de que el chico no despegaba su mirada de mí desde que comenzamos nuestra cita, me detallaba y soltaba risitas desprevenidamente.

  — ahora vamos a... — piensa por un momento. — ¿hacemos paracaidismo de nuevo?

  Le doy un codazo en el brazo — ¡Ni loca!

SMILE. [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora