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Hay decisiones que deciden el como vivirás en un futuro. Definitivamente sabía que había escogido el más corto, el de un cobarde.
Había huído tan lejos de la pelicastaña dando final a nuestro amor, me había dado por vencido a un nosotros y me odiaba, porque nunca fuí capaz de luchar por lo que quise y más ahora, por quién amo.
La ropa caía de manera tosca en la maleta. Mi cuerpo pesaba más de lo normal, las ojeras eran obvias. Ya estaba preparado para esto, pero realmente no lo suficiente.
Cuando termine todo cogeré mi maleta y me iré al lugar que menos deseo. Iré a vivir con mi padre y su otra familia a europa. Seré jodidamente feliz.
De nuevo las gotitas caen de mis ojos mojando las prendas que tiré en la maleta de viaje.
Leila.
Joder, la dejaría. ¡¡¡La dejaría!!!
Mi puño se estampa contra la pared furioso, me sentía furioso conmigo mismo porque la alejaría de mí. Alejaría todas nuestras promesas, todos nuestros recuerdos... Por cobardía.
Porque era tan jodidamente débil que si continuaba con ella probablemente la arruinaría.
Le dí un mes de felicidad sabiendo que le daría mucho más de uno de tristeza.
La asesiné de una peor manera que la física porque le había apuntado al corazón.
Las llamadas de Leila marcaban el número 56 dándome 112 latidos de taticardia. Aveces odiaba tanto como amaba la insistencia de esta chica. Ojalá yo tuviera su resistencia.
Me declaro vencido.
Salí con el traje negro al lugar donde me esperaba mi madre. Algún día iré a acompañar a mi vieja.
Cuando termina todo, como ai fuera una máquina, me subo a un taxi para ir directamente al aeropuerto.
(...)
Los aviones partían, la gente se movía con rapidez y solo mi tiempo parecía nunca moverse, era lento, triste, vacío. Me estaba derrumbando interiormente.
Agarro el celular y sin pensarlo la llamo.
— ¡Adrián dime dónde estás! — responde inmediatamente la chica que tanto quiero.
— estoy en el aeropuerto weasley. — respondo en un suspiro.
— ¡¿Que haces allí?! — grita exasperada — ¿Que hay de nosotros?
Tragando saliva, tragandome mis sentimientos y dando el mayor esfuerzo por hablar, le respondí algo que seguro nos rompería: — nunca existió. El nosotros nunca existió.
Podía escuchar sus sollozos.
— ¡¿A dónde irás?! — insiste.
— perdóname, perdón por ser tan débil, por no estar a tu lado ahora. Mi mamá murió weasley, pidieron la casa, me iré a vivir con mi papá. Olvídate de mí y de todo lo que vivimos. Sé libre.
— ¡No puedo olvidarme de tí Adrián! — escucho unas llaves através del celular. — no puedes pedirme algo tan estúpido como eso. ¿Que hay del nunca me dejes? ¡Tú eres el que me está dejando!
Sus gritos desgarradores me arrebataban las lágrimas, tenía que subir a ese maldito avión rápido o daría marcha atrás para ir a sus brazos.
— ¿Recuerdas que me dijiste que me buscarías? — digo. -— te estaré esperando bajo la misma luna weasley.
— ¡No te vayas imbécil o no te lo perdonaré!
— ¿A quién llamas imbécil? Eres una idiota. Simplemente volvamos a aquel tiempo donde ninguno de los dos sabía acerca de los sentimientos del otro.
— ¡Entonces seguirías siendo un estúpido ignorante! — exclama entre risas y sollozos.
— ¡Y tú seguirías con tu maldita nariz metida entre los libros! — le respondo de la misma manera. — adiós Leila weasley, te amo. ¿Sabes qué? Mejor no me olvides.
— ¡Siempre supiste que te irías! — reprocha. — por eso tus malditas palabras de despedida, por eso la cita. te odio mientras te amo Adrián. ¡No te buscaré idiota! ¡Rompo mi jodida promesa de ir trás de tí!
Suelto una risa antes de colgar. Me dirijo al avión, dejo las maletas y pongo los cascos en mis oídos para reproducir starset. Hoy dejaba la ciudad, los recuerdos agridulces de mi pasado, la mujer de mis sueños y la mujer que me había traído a la vida.
Es increíble cómo el apego a una persona puede hacer de tí una completa mierda incluso con tus propias acciones. Las personas están podridas solía pensar, pero al profundizar mi relación con weasley, lo único que ví en ella fue ingenuidad. Habían personas tan ingenuas y estúpidas que podían crear la felicidad de las otras son darse cuenta.
Leila había deformado mi sonrisa a una real, mis ojos vacíos a una mirada interesada por ella. ¿Existía el amor? Mierda, la verdad yo no lo creía hasta que lo viví. Porque no sé si es traga el hecho de que daría mi vida por ella si fuera necesario.
Probablemente no volvería a ser feliz nunca más. Estaba renunciando a todo porque no soportaba más este lugar lleno de recuerdos, pero pensaba que era estúpido por irme.
Paso la mano por mi cara frustrado.
El avión anuncia su despegue, mis pensamientos no me dejan tranquilo.
Adiós Leila.
Entonces el avión despega, sabía que la había perdido, pero no para siempre.
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