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La semana había transcurrido rápidamente, Adrián y yo casi no volvimos a cruzar palabra y aún no me había dignado a devolverle su cuaderno porque realmente lo echaría de menos.
El fin de semana era de mis días favoritos, papá regresaba a casa cargado de maletas y con su típica sonrisa cálida, siempre traía consigo a mi sobrino quien no podía ser cuidado por mi tía los sábados y domingos. El pequeño tenía apenas 6 años y era un mocoso hermoso, estoy segura que si tuviera mi edad, me enamoraría de él.
— ¡Papá! — corro hacia él emocionada, no había mejor abrazo que ese que nos dábamos los tres al reunirnos.
Mi padre es policía, pero la estación no queda muy cerca a nuestra comunidad, por lo cual se decidió que mi papá iría a vivir en un lugar más cercano a su trabajo y vendría cada fin de semana a vernos.
Mi padre me acoge en sus brazos — muñequita, mira como has crecido — sonríe y me planta un beso en la mejilla haciéndome cosquillas con su corta barba.
— apenas ha pasado una semana papá — le recuerdo para recibir una risa por su parte. — ¡Ven aquí mocoso! — regocijo a mi sobrino entre mis brazos y le acaricio su suave cabellera encenizada, parecían canas en vez del cabello de un niño.
Antes de entrar a casa, mi padre nos explica que su patrulla está fallando y debe llevarla a reparación, así que le pido que me lleve consigo. Después de todo hace mucho que no paso tiempo a su lado y no tengo nada más que hacer.
Nos subimos a su patrulla, enciendo su radio y pongo una canción de twenty one pilots, no es que tenga preferencias, pero suelo poner canciones debido a mi estado de ánimo.
La patrulla era bastante cómoda y la música me hacía sentirme aún mejor. Cuando llegamos al taller de mecánica, no tenía ni un ápice de ganas de bajarme del auto.
— baja ya perezosa — el policía me revuelve el cabello y sale de su coche para ir a llamar al mecánico.
Al cabo de unos minutos demasiado cortos para mi gusto, papá volvió acompañado de un hombre que aparentaba su misma edad.
— ¡Adrián! — gritó el hombre de voz nasal.
¿Adrián? O lo estoy imaginando o MI Adrián -aunque no es nada mío- trabaja aquí.
— maldición Carson ¿Porque gritas? — el chico de cabellos castaños sale de su escondite permitiendome admirar su nueva faceta. Esta vez traía puesto un overol azul oscuro que le iba como anillo al dedo, remarcaba su ancha espalda junto a su torso haciéndolo lucir sexy, demasiado sexy para lo que mi pobre corazón puede aguantar.
Me bajo rápidamente del coche y corro hacia donde mi papi para lograr escuchar la conversación.
— el señor weasley presenta fallos en la patrulla. Es hora de que hagas algo por los demás — le golpea el hombro con fuerza mientras le sonríe el alto.