Llevaba un par de horas sin poder dormir. No estaba segura de si eran las 12, las 2, 3 o 4 de la mañana. El tiempo en Oxford se había vuelto lento y las horas parecían estancarse cada más vez. Suponía que el hecho de volver a la universidad en unas cuantas horas y encarar lo que se venía era lo que me mantenía en vela, sin poder conciliar el sueño o cualquier rastro por mínimo de tranquilidad.
Después de pensarlo demasiado o al menos intentar hacerlo, había optado por volver y terminar con los estudios de maestría, después de todo aun creía que en algún futuro me serviría de algo todo esto, o al menos era una idea de la cual yo deseaba aferrarme y sobre todo mantener con vida. En cuanto a la situación con Nicholas, aún estaba totalmente confundida. Me sentía traicionada, usada, burlada. No sabría exactamente lo que haría al verlo de frente o como manejaría la situación. Sin embargo, era cierto que, en algún momento, tarde o temprano, debía de toparme con él y hablar o afrontar la situación por la que estábamos pasando.
Era hora. Había llegado el momento de volver a la universidad y afrontar la situación de una vez por todas. Por fortuna, esta me quedaba a no más de 10 minutos a pie desde casa, el automóvil más bien era para los días de tormenta, pero ahora, no había nada que un paraguas o una buena sudadera no solucionara.
Así que, después de pasar toda la noche en vela, me levante de la cama, tome una ducha, desayune y tomando un último aire de valor y relajación salí de casa con rumbo a la universidad. Por fortuna aquella mañana caía una ligera brisa sobre Oxford así que el simple gorro de la chamarra solucionaba aquel problema. Durante el camino todo marcho tranquilo y constante. La cafetería donde meses atrás Nicholas me había ofrecido su compañía y la rosa amarilla aun funcionada con regularidad, así que me detuve a comprar un panque, ya que no deseaba salir del salón de clases para acudir a la cafetería por algo para la hora del almuerzo.
Llegue a la universidad y como era de esperarse el ambiente era todo un caos. Saludos innecesarios e interminables por el pasillo de los amigos que no se vieron durante todo un mes, llantos y reclamos de chicas a sus novios por no haber recibido un mensaje, carta o postal de las vacaciones a la playa a las que no fueron requeridas. Los maestros saludando y dando bienvenidas sarcásticas a los alumnos más "rebeldes" que se topaban por el pasillo. En fin, todo un mundo de bullicio y escándalo, el cual no contribuía nada a mi asociabilidad de aquella mañana.
Camine directamente al salón donde tendría mi primera clase del día evitando a toda costa pasar por alguna oficina de administrativo o por el estacionamiento de profesores y directivos. Poco me había importado el tener que tomar los caminos más largos para llegar a mi clase. Siempre y cuando pudiera evitar cualquier encuentro con Nicholas.
Después de 10 largos minutos de camino llegué a clase y me dirigí a mi escritorio, donde para mi sorpresa, había una rosa amarilla aguardando por mí. Me había quedado estupefacta y por un segundo sentí que me desmayaría en aquel momento. Sabía que Nicholas era el responsable de aquello y podía sentir como miles de emociones confusas me invadían poco a poco. La tome y admire por un segundo, era pequeña, suave, de aroma delicioso y parecía recién cortada. No sabía exactamente que hacer o cómo reaccionar, quería salir corriendo inmediatamente de ahí y escapar de Nicholas y de aquel ambiente. Sin embargo, mantuve la calma y me tranquilicé, ya que era algo que sin duda necesitaba hacer en aquellos momentos. No deseaba conservar la rosa así que la tome fuertemente y me encamine al bote de basura con la finalidad de tirarla, cuando de momento, varios de mis compañeros entraban al salón evitando así dicho movimiento.
Tenía aun la rosa en la mano cuando sorpresivamente Isabelle se acercó a mí por detrás, saludándome efusivamente...
- Em. Qué gusto verte y que pesar volver ¿no? Qué bonita rosa. ¿Es tuya?
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𝓑𝓾𝓼𝓬𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓾𝓷 𝓜𝓸𝓽𝓲𝓿𝓸
Romance𝐄𝐦𝐢𝐥𝐲, 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚 𝐜𝐚𝐧𝐬𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐮𝐬 𝐟𝐫𝐚𝐜𝐚𝐬𝐨𝐬 𝐲 𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫𝐞𝐬, 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐞𝐧𝐳𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐚 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐎𝐱𝐟𝐨𝐫𝐝. 𝐒𝐢𝐧 𝐬𝐢𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐢𝐦𝐚𝐠𝐢𝐧𝐚𝐫, 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐚 𝐩𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐝�...