𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈 𝐏𝐮𝐞𝐝𝐞𝐬 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐀𝐧𝐝𝐫𝐞𝐰

2 0 0
                                    

Había decidido no darme por vencida y hacer todo lo posible por pasar aquel examen, sin importar quien fuera el profesor o el hecho de que había cruzado ya un par de palabras con él. Así que, opte por buscar ayuda con algunos de mis compañeros, llamadas telefónicas con Emilio, tutoriales en internet, libros de matemáticas y estadística básica, en fin... Había hecho de todo y podría decir que poco o casi nada había logrado aprender o retener.

La semana había terminado, me sentía agotada, estresada y repleta de información que no comprendía. Era el día del examen y más que temor sentía vergüenza por las calificaciones que me aguardaban.

- Buenos días. Les pido por favor guarden todo y solo mantengan a la mano lápiz, goma y pluma en tinta negra.

Decía el nuevo profesor mientras repartía los exámenes y pedía a los compañeros sentados en pares separarse para fines del examen.

Cuando por fin había entregado todos los exámenes pidió comenzáramos a responderlos con la mayor seriedad y silencio posibles. Yo me sentía como en mis años de preparatoria. Cuando el profesor aplicaba un examen y mi mente sencillamente se ponía en blanco. Sin embargo, trate de guardar la calma, leer las preguntas las veces que fueran necesarias y sobre todo hacer memoria lo más que me fuera posible.

Habían pasado alrededor de 25 minutos cuando este anuncio que quedaban pocos minutos para responder y por ende para retirar los exámenes. A mí me faltaban solo un par de ejercicios así que no me sentía tan presionada como al inicio del examen. Además, si era sincera conmigo misma sabía que tenía muy pocas posibilidades de responder cualquiera de los dos.

Pasarón los últimos minutos anunciados por el profesor cuando de momento comenzó a pedir dejáramos de escribir y pasáramos los exámenes al frente antes de poder salir al comedor para la hora del almuerzo. A pesar de no haber respondido los últimos dos ejercicios me sentía un poco satisfecha con el trabajo que había realizado en el resto de mi examen, así que, cabizbaja pero conforme salí del salón de clases con la finalidad de ir al comedor y comer un poco antes de continuar con las clases del día.

Las horas se hicieron lentas después de aquel examen y lo único que quería era el poder marcharme a casa, darme una ducha y dormir por el resto del día.

Habían pasado 6 interminables horas cuando por fin terminaba el día y podíamos marcharnos a casa. Yo me dirigía a la salida cuando escuchaba me llamaban por mi nombre mientras aquella voz se acercaba más y más por detrás de mí...

- Emily... espera un momento por favor. Espera...

Giré la vista y entonces me di cuenta que se trataba del profesor que se dirigía apresuradamente a mí con un par de libros y folders en la mano.

- Lo lamento. No lo había escuchado.

Respondí un tanto avergonzada por la incomodidad del momento

- No te preocupes.

Decía mientras tomaba un poco de aire después del pequeño maratón que acababa de realizar.

– Es una verdadera sorpresa el volver a encontrarnos aquí.

Decía mientras clavaba su mirada fija en mí. En tanto que yo seguía sin responder o siquiera poder pensar en alguna respuesta.

- He revisado tu examen en el almuerzo prosiguió... y quisiera saber por qué no respondiste los últimos ejercicios si en realidad ibas bastante bien.

- ¿Enserio? Pregunte sorprendida

- Si. ¿Por qué te sorprendes?

- Los números no son precisamente lo mío.

𝓑𝓾𝓼𝓬𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓾𝓷 𝓜𝓸𝓽𝓲𝓿𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora