𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐕𝐈 𝐒𝐢, 𝐚𝐜𝐞𝐩𝐭𝐨

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Doña Elina y yo platicábamos sobre lo sucedido aquella mañana mientras bebíamos un poco de chocolate caliente y analizábamos lo que acababa de suceder.

- ¿Usted tenía alguna idea sobre esto?

Preguntaba a Doña Elina en tanto llenaba ambas tazas con el chocolate caliente.

- Ninguna hija. El señor O'Neill siempre hablaba sobre el encontrar a una persona antes de morir que amara tanto a su librería como el y su esposa lo hacían. Y me da gusto saber que después de todo su esfuerzo la encontró finalmente.

- Es que, simplemente no puedo creerlo. Vine a Oxford buscando un nuevo comienzo, una nueva vida y ahora soy la dueña de una librería. Si he de ser honesta conmigo misma, comienzo a sentirme abrumada por todo esto.

- Quizás este sea el comienzo que buscabas y por el que estas aquí cariño. Aprovecha la oportunidad que se te está brindando.

Decía Doña Elina mientras terminaba de beber el contenido de su taza y se despedía de mi para marcharse a su casa.

- Gracias Doña Elina. Y, por cierto, pasare las fiestas de fin de año con mi madre así que cualquier situación que se presente o lo que sea que necesite puede localizarme con ella.

- No tienes nada que agradecer hija. Cuídate mucho y diviértete. Hasta pronto y felices fiestas.

- Hasta pronto Doña Elina.

Aquella noche prácticamente había dormido poco. Ahora, me sentía mucho más estresada y abrumada que antes ya que no tenía idea sobre cómo manejar un negocio y sobre todo mantenerlo a flote. Aquella librería había sido el patrimonio y vida entera del señor y la señora O'Neill y yo no podía evitar sentir aquella presión sobre mis hombros. Toda la noche la pase en vela y con miles de ideas martillándome y destruyéndome la cabeza.

Eran alrededor de las 8:30 de la mañana cuando me levante por fin de la cama y baje al desayunador con la finalidad de preparar pan tostado y té con un poco de leche.

Vertía la leche caliente sobre mi taza cuando llamaban a la puerta principal con particular insistencia. Deje la tetera sobre la superficie del desayunador y me encamine rumbo a la puerta para saber quién llamaba... Era Nicholas.

- ¿Qué haces aquí? Pregunte sorpresiva y de golpe

- Necesitaba saber cómo te había ido ayer. ¿Puedo pasar?

No estaba segura de aquello, pero tampoco deseaba tener aquella conversación con Nicholas en la puerta de entrada. Así que, haciéndome a un lado le indique a Nicholas que podía entrar.

- Huele delicioso. Exclamo

- Solo es pan tostado y té. ¿Deseas un poco? Pregunte intentando mostrarme serena, pero sobre todo amable y educada.

Nicholas asintió y se despojó de la chamarra que cubría su pecho en aquel momento, tomando asiento frente a mí en el desayunador de la cocina.

- Pareces agotada

- He dormido poco. Respondí

- ¿Todo en orden?

- No lo sé.

- ¿Ha ocurrido algo con la lectura del testamento?

No estaba segura de cómo responder aquello ya que por el momento ni siquiera yo sabía cómo asimilar lo que estaba ocurriendo. Así que, omití por el momento hacerle saber sobre la decisión del señor O'Neill y me limite a responder con un simple NO...

- Se que es un tema doloroso y complicado para ti, pero, quisiera saber cómo fue que murió

Tomé asiento y bebí un poco de té antes de intentar responder aquella pregunta lo cual resultaba un tanto doloroso e imposible, no solo por el hecho de revivir en mi memoria aquella cama de hospital y las últimas palabras del señor O'Neill, sino también porque suponía recordar la noche en que él y yo habíamos terminado.

𝓑𝓾𝓼𝓬𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓾𝓷 𝓜𝓸𝓽𝓲𝓿𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora