𝓑𝓾𝓼𝓬𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓾𝓷 𝓜𝓸𝓽𝓲𝓿𝓸

𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐗𝐈𝐈 𝐍𝐨 𝐩𝐢𝐞𝐧𝐬𝐨 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫𝐦𝐞 𝐚 𝐮𝐧 𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 é𝐥

4 SEMANAS DESPUÉS

Habían pasado algunas semanas y por fin se había llegado el tan esperado momento.

Aquel día en Belgravia todo parecía machar a paso veloz y con el suficiente nerviosismo para lo que nos aguardaba aquella tarde. Como era de esperarse, aquel día no había acudido a clases debido a mi participación e importancia en el gran día, así que, había tenido que enviar trabajos por adelantado y conseguir un permiso especial para poder ausentarme por un fin de semana.

Mi madre aquel día, además de lucir preciosa y radiante, se notaba extremadamente nerviosa e impaciente por lo que le aguardaba en apenas un par de horas. Emilio por su parte, se notaba sereno y calmado. Ansioso por comenzar a vivir cuanto antes aquel momento.

A pesar de que yo había participado en algunas selecciones e ideas para la boda, aun desconocía el tipo de decoración exacta o la iglesia que mi madre y Emilio habían seleccionado para su gran día, así que, era más que lógico el ansiar ver por fin los deseos de mi madre vueltos realidad.

Después de horas de tensión, maquillaje, ajustes, vestidos y tacones, se había llegado el tan esperado momento. Eran alrededor de las 4:50 de la tarde cuando salimos de casa y nos encaminamos rumbo a la iglesia para la celebración religiosa. El sitio, se trataba de la Iglesia de la Santísima Trinidad. Ubicada en el centro de Londres, rodeada de jardines y con una espectacular vista desde su torre. Un lugar por demás espectacular e imponente. A nuestra llegada, pudimos percatarnos de que se encontraban ya la mayoría de los invitados, los cuales, a mi parecer, eran muchos más de los que yo siquiera hubiera imaginado. En su mayoría, se trataban de amigos, familia y conocidos de Emilio ya que tristemente, en este mundo solo éramos mi madre y yo. Mis abuelos murieron cuando yo era aún muy pequeña y jamás los conocí así que, era de comprenderse que la mayoría de los invitados fueran por parte de Emilio. A nuestra llegada, también pude percatarme de que en el sitio ya se encontraban los Best Men en espera del novio para escoltarlo al altar. Haciéndose notar entre todos ellos Andrew. Ya que, aquel traje le sentaba demasiado bien.

Como era lógico, yo acompañaría a mi madre por el pasillo entregándola así a Emilio. Aquello, me tenía con los nervios de punta, ya que precisamente yo no era la mejor para hacer actos tan notables en público y probablemente mi mayor miedo era el de tropezar y caer llevándome conmigo a la novia. Sin embargo, cuando se había llegado el momento, caminamos juntas a paso lento pero firme, haciendo una entrada en la iglesia triunfante y sin duda notable.

Cuando por fin llegamos al altar, entregue a mi madre con Emilio dando pie con esto a que por fin comenzara a vivirse aquel momento, colocándome justo al lado de los Best Men y por ende al lado de Andrew.

Echo esto, el sacerdote inicio con los pasos tradicionales a llevar a cabo en una ceremonia religiosa. La liturgia y las lecturas bíblicas, el lazo, las arras y por supuesto el esperado momento de la entrega de los anillos. Por lo que tenía entendido y lo cual se me había informado apenas aquella mañana, Emilio había preparado algunos votos especiales aparte de los tradicionales. Así que, cuando llego el turno de que este le colocara el anillo de matrimonio a mi madre comenzó a recitar los votos especiales haciendo llorar prácticamente a todos los presentes, incluyéndome...

- Leonore. No puedo ni siquiera plasmar en palabras lo que estoy sintiendo en estos momentos. Por lo regular, siempre tengo una respuesta para cualquier pregunta o acontecimiento que rodea mi vida, pero contigo y a tu lado, sencillamente me quedo sin palabras. Eres un regalo de dios y de la vida. Eres maravillosa, una mujer extraordinaria y te prometo, que cada día por el resto de mis días los dedicare a hacerte inmensamente feliz y a velar por cada uno de tus sueños y anhelos. Pondré el mundo a tus pies, así como tú lo has llevado a los míos.