¿Qué hacer cuando tu vida se cae a pedazos y no te quedan más motivos para luchar? Cuando después de haberlo intentado todo nunca llegaste a las metas que un día pensaste y los sueños que un día tuviste se ven arruinados y estancados. Supongo que te quedas sin opciones e intentas salir adelante con lo poco o suficiente que te queda. Siempre luché y luché sin haber ganado una sola de mis batallas, aunque debí suponer que las cosas no cambiarían y que mi vida no sería sencilla. Después de todo nunca lo ha sido.
Nací en Londres, y para ser honesta recuerdo muy poco o casi nada de cuando era apenas una niña.
Viví con mi madre y mi padre, el cual nos abandonó cuando yo tenía apenas 11 años ¿El motivo? Otra mujer y un hijo. Me lastimo saberlo en su momento ya que quizás yo esperaba que a pesar de todo el dolor que mi padre había causado, algún día pudiera perdonarlo y tener una relación estable con él como padre e hija. Sin embargo, el hecho de que tuviera otra familia me resultaba algo repulsivo e imposible de perdonar o comprender. No entendía por qué. ¿Porque mi padre nos había lastimado de esa manera? ¿Por qué tirar a la basura lo poco que mi madre y yo podíamos ofrecerle? Para ser honesta poco entendía lo que sucedía. Siempre había pensado que tu padre era aquella figura en tu vida la cual te protegía, cuidaba y amaba, pero después de lo sucedido comprendí que no siempre es así, y que tal vez, si no había sido lo suficiente para él, no lo sería para nadie más.
Después de que mi padre nos dejará, mi madre desesperada y sin opciones, no tuvo más remedio que salir a buscar el sustento del hogar. Fue así que comenzó a trabajar en el aseo de casas con algunos vecinos y conocidos. Al principio todo fue complicado. Mi madre y yo nos veíamos poco y eran escasos los momentos que pasábamos juntas. Todo se tornó difícil por aproximadamente un año, aunque supongo que era lógico y hasta cierto punto normal. Con el paso del tiempo nos fuimos acostumbrando a nuestro nuevo ritmo de vida y las cosas entre nosotras y en casa mejoraron mucho. Pasado algún tiempo, cuando ya todo estaba mucho mejor y más estable, mi madre busco superarse y continuar con los estudios de enfermería que había abandonado al embarazarse de mí cuando apenas era una adolescente, así inició con clases por las noches y después de muchos esfuerzos y desvelos, termino sus estudios como enfermera y consiguió empleo en el Hospital Saint Thomas al poco tiempo de graduarse.
Mi progreso en la vida era mucho más lento o prácticamente inexistente, suponía que el abandono de mi padre al fin me había pasado factura provocando con esto que me estancara en mi progreso escolar y emocional. Las malas decisiones y las personas erróneas provocaron estragos y baches en mi vida los cuales me resultaron casi imposible de sobrellevar. Pero a pesar, de todos los problemas en los que me metí o me involucré nada se comparaba con lo que estaba a punto de venir y cuando pensé que todo lo malo había pasado y se había quedado atrás, viví la experiencia más desagradable y agobiante de mi adolescencia.
Cuando tenía 19 años y estaba a punto de concluir mis estudios de bachiller, conocí en línea a un hombre con el cual comencé una relación después de 2 meses de charlas y mensajes. Todo entre nosotros se dio de manera virtual en un comienzo, sin embargo, después de 3 meses de charlar e intercambiar datos, él pidió conocerme en persona, situación a la que yo accedí. Cuando llegué al sitio y la hora en que habíamos quedado me sorprendí en un primer momento al ver que no era exactamente como se mostraba en su fotografía de perfil o en las fotos que había compartido conmigo hasta entonces. A pesar de ser si la misma persona, esté parecía mucho mayor de edad e inclusive su peso era distinto al que yo me había familiarizado con las fotografías. Él por supuesto estaba encantado conmigo, yo una niña de 19 años llena de juventud y frescura, resultaba para él como un platillo caro y delicioso el cual estaba a punto de tomar y degustar. Recuerdo que después de conocernos nos marchamos a comer a un sitio cercano a nuestro punto de encuentro. Aquella tarde bebí, pero no recuerdo haber consumido más de la cuenta o haberme sentido mal. Después de comer me propuso ir a su casa lo cual acepte, sin embargo, en el camino menciono que posiblemente no estaríamos solos así que me llevo a una habitación de hotel. Debí de haber comprendido que aquello estaba mal, debí de haberme marchado y terminar con eso, pero por una extraña razón que hasta hoy día no comprendo acepte ir con él y de lo demás recuerdo muy poco o casi nada. Aquella tarde tuve relaciones sexuales con aquel tipo y el simple hecho de revivirlo en mi mente me resulta asqueroso y vergonzoso. Era mi primera vez, era totalmente inexperta y al contrario de lo que debía esperarse habíamos tenido relaciones sin protección. Recuerdo tan poco o nada de aquel momento, no recuerdo haber experimentado alguna sensación de placer o emoción. Las imágenes o recuerdos sobre aquel momento son borrosas y poco claras en mi mente. De hecho, hasta la fecha no estoy completamente segura de sí tuvimos en verdad algo sexual aquel día. Probablemente suene estúpido y poco creíble ya que yo misma así lo veo cada vez que pienso en ello, pero, aunque quisiera poder decir lo contrario, sucedió y no entendía cómo.

ESTÁS LEYENDO
𝓑𝓾𝓼𝓬𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓾𝓷 𝓜𝓸𝓽𝓲𝓿𝓸
Romance𝐄𝐦𝐢𝐥𝐲, 𝐮𝐧𝐚 𝐜𝐡𝐢𝐜𝐚 𝐜𝐚𝐧𝐬𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐮𝐬 𝐟𝐫𝐚𝐜𝐚𝐬𝐨𝐬 𝐲 𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫𝐞𝐬, 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐞𝐧𝐳𝐚𝐫 𝐮𝐧𝐚 𝐧𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐎𝐱𝐟𝐨𝐫𝐝. 𝐒𝐢𝐧 𝐬𝐢𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐢𝐦𝐚𝐠𝐢𝐧𝐚𝐫, 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐚 𝐩𝐮𝐧𝐭𝐨 𝐝�...