𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐗𝐗𝐈 𝐔𝐧𝐚 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐭𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐝𝐞 𝐛𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐲 𝐮𝐧 𝐜𝐨𝐫𝐚𝐳ó𝐧 𝐫𝐨𝐭𝐨

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Había pasado ya algún tiempo desde el primer café que compartí con Andrew y desde aquella tarde en Belgravia.

Entre Andrew y yo, por increíble que pareciera había nacido una relación de amistad o al menos de compañerismo, la cual, si era sincera conmigo misma disfruta muchísimo ya que teníamos mucho más en común de lo que siquiera hubiera podido imaginar. Compartíamos el gusto por la lectura, algunas películas, sabores de té o café y por qué no, también algunos ideales o visiones de la vida.

Todo lo referente con la boda de igual manera avanzaba a paso veloz y sobre todo excelente. Faltaban solamente 8 semanas para el tan esperado día que los nervios, la presión y la ansiedad comenzaban a venirse encima pero siempre acompañadas de una inmensa y plena alegría.

Ahora, lo único que me causaba inquietud y hasta cierto punto nostalgia, era el hecho de que seguía recibiendo obsequios por parte de Nicholas, los cuales aún seguía sin comprender.

El primero de ellos se trataba de la original y primera edición en libro de la mejor película del mundo Enseñanza de vida, envuelta en papel de estraza, acompañado de un pequeño ramo de lavanda atado con mecate olor a canela. Y en su interior, una nueva inscripción:

Se que me equivoque al no hablarte sobre mi pasado

Y, el segundo de ellos había sido sencillamente un envió especial a casa de té de mango y frutos rojos acompañado por una rebana de panque de limón de mi cafetería favorita. Con la siguiente leyenda:

y créeme, es un error que estoy pagando caro

Los obsequios no dejaban de sorprenderme, pero las leyendas de las que venían acompañados sencillamente no terminaba de comprenderlas, además de que, para ser honesta, no les había prestado hasta entonces la suficiente atención arrumbándolas en un pequeño cajón de la cómoda de mi habitación.

Era un día viernes por la tarde y me encontraba realizando algunos ensayos y tareas para el día próximo cuando llamaban a mi puerta. Era el cartero.

- Hola Emily. Que gusto verte. Tengo un paquete para ti.

Decía en tanto me lo entregaba y yo me daba cuenta de que era de parte de mi madre y Emilio...

- Hola Philip lo mismo digo. Muchas gracias.

Dije cerrando la puerta y al mismo tiempo inspeccionando aquel paquete con la intensión de ver de que se trataba.

Tomé asiento en el sofá de la estancia y comencé a abrir aquella caja para saber por fin lo que contenía en su interior. Así, después de algunos intentos torpes y un par de heridas en los dedos logre revelar lo que había en su interior. Se trataba de una invitación de bodas.

Yo la contemplaba y para ser honesta había quedado maravillada por la elegancia y sutileza que desprendían aquellas letras en color oro, el papel grabado y la caja con el listón que protegía aquella belleza. Pensé, que, sin lugar a dudas, mi madre había sabido como lucirse con aquellas invitaciones.

Habían pasado probablemente alrededor de diez o quince minutos desde que contemplaba dicha maravilla cuando recibí una llamada de mi madre...

- Emily, mi niña ¿Cómo estás?

- Hola mamá, estoy bien ¿Qué sucede?

- Nada cariño. Bueno sí. Dime por favor que ya recibiste la invitación que Emilio y yo te enviamos

- Si, de hecho, recién llego. No creí que yo también debía de recibir una. Imagine que eso ya se daba por hecho.

- Esa invitación no es para ti cariño.

𝓑𝓾𝓼𝓬𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓾𝓷 𝓜𝓸𝓽𝓲𝓿𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora