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DRABBLE WIGETTA: NUESTRO MIKE

Vaya regreso a España había tenido. Entre perder la maleta y el agobio con los vídeos estos días apenas había dormido. La musiquita de Skype consiguió sacarme de mis pensamientos, solo podía significar una cosa: Willy ya había regresado a casa después de salir a comer y al fin podríamos hablar.

― Hombre Willy, ¿qué tal? ― le pregunté con entusiasmo.

― Pues aquí, pim pam, pim pam. Me he comido una ensalada césar en tu honor hoy ― vaya honor... y cuándo yo se la ofrecía nunca quería probarla.

― Y por lo visto estabas bien acompañado, ¿no? ― recordé de pronto su tweet y le pregunté.

― Pues ahí estaba Mike, que se ofreció a sentarse conmigo. Más majo...

Aún recuerdo cómo lo conocimos hace una semana, cómo se acercaba a nosotros cada noche que íbamos a cenar, cómo finalmente nos convenció para salir junto a él de fiesta...

Esa misma noche en la que salimos no paró de bailar junto a nosotros, incluso de acariciarnos hasta que finalmente nos dimos cuenta de lo que buscaba: que los tres acabásemos en la cama. Fue tan raro todo... Willy y yo jamás habíamos probado algo así, solamente lo habíamos hecho alguna noche los dos solitos. Pero el alcohol consigue que hagamos muchas tonterías y esta fue una de ellas. No recuerdo mucho, pero después de aquel suceso Willy y yo decidimos alejarnos de él por unos días pero ahora, ¿por qué Willy había aceptado comer junto a él?

― ¡Vegetta, Vegetta! ¿Me estás escuchando?

― Emmm... ¿qué? ― había desconectado totalmente, ya no podía sacarme de la cabeza los pocos recuerdos que conservaba de aquella noche.

― Que no me ha quedado otra alternativa, se ha sentado sin preguntarme si quiera. He comido lo más rápido que he podido para regresar cuanto antes a casa y no hemos hablado de temas sin importancia ― así que al parecer no había pasado nada entre esos dos.

― Y... ¿por qué me das tantos detalles?

― Pues porque me importas, además ya lo sabes, lo único en lo que puedo pensar ahora es en estar junto a ti en esta habitación y ya sabes a lo que me refiero... ― me puso su intento de cara de pervertido e intentó guiñarme un ojo. ― Maldita distancia que nos separa ahora mismo.