Capítulo 33

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Caminos separados

     Dumbledore se levantó y miró un momento a Barty Crouch con desagrado. Luego alzó otra vez la varita e hizo salir de ella unas cuerdas que lo dejaron firmemente atado. Se dirigió entonces a la profesora McGonagall.

     -Minerva, ¿te podrías quedar vigilándolo mientras subo con Harry y Lilianne?

     -Desde luego -respondió ella. Daba la impresión de que sentía náuseas, como si acabara de ver vomitar a alguien. Sin embargo, cuando sacó la varita y apuntó con ella a Barty Crouch, su mano estaba completamente firme.

     -Severus, por favor, dile a la señora Pomfrey que venga -indicó Dumbledore-. Hay que llevar a Alastor Moody a la enfermería. Luego baja a los terrenos, busca a Cornelius Fudge y tráelo acá. Supongo que querrá oír personalmente a Crouch. Si quiere algo de mí, dile que estaré en la enfermería dentro de media hora.

     Snape asintió en silencio y salió del despacho.

     -Chicos... -llamó Dumbledore con suavidad.

     Nos levantamos en silencio. Harry se tambaleaba, tenía una pierna herida. Dumbledore lo cogió del brazo y lo ayudó a salir al oscuro corredor. A mi, me devolvió la varita que había recogido de el suelo.

     -Antes que nada, quiero que vengáis a mi despacho -le dijo en voz baja, mientras se encaminaban hacia el pasadizo-. Sirius nos está esperando allí.

     Harry asintió con la cabeza. Me invadía una especie de aturdimiento y una sensación de total irrealidad, pero no hizo caso: me quería morir.  No quería repasar los recuerdos, demasiado frescos y tan claros como si fueran fotografías, que cruzaban por su mente: Ojoloco Moody dentro del baúl, Colagusano desplomado en el suelo y agarrándose el muñón del brazo, Voldemort surgiendo del caldero entre vapores, Cedric  muerto, Chris... muerta. Chris diciendo que se confesaría y que me habían adoptado, y asegurando a mi madre que me cuidaría.

     -Profesor -murmuró-, ¿dónde están los señores Diggory?

     -Están con la profesora Sprout -dijo Dumbledore. Su voz, tan impasible durante todo el interrogatorio de Barty Crouch, tembló levemente por vez primera-. Es la jefa de la casa de Cedric, y es quien mejor lo conocía.

     -La señora PoisonRose -recordé. Había sido una egoísta lamentandome-. Ella aún no lo debe saber.

     -Lilianne -me dijo el profesor, con los ojos tristes-. Dorotea no se puede enterar de la muerte de su nieta. Se me ha comunicado que murió mietras vosotros realizabais la prueba. 

     -¿Muerta? -susurré.

     -Era una anciana de avanzada edad. Ha muerto de vejez -me dijo. Harry, se giró para verme la cara-. En medio de la prueba me han comunicado para darle la noticia a su nieta... pero.

     -Lo entiendo profesor. 

     No sabía exactamente como sentirme. La persona que me había adoptado esa misma mañana había muerto al mismo tiempo que a la nieta que estaba cuidando. Supongo que había soportado demasiado, y una vez Chris muerto no tenía ningún deber que la ataba a la vida.

     Podía descansar en paz junto a su nieto.

     Llegamos ante la gárgola de piedra. Dumbledore pronunció la contraseña, se hizo a un lado, y subimos por la escalera de caracol móvil hasta la puerta de roble. Dumbledore la abrió.

     Sirius se encontraba allí, de pie. Tenía la cara tan pálida y demacrada como cuando había escapado de Azkaban. Nyx estaba a su lado. Cruzó en dos zancadas el despacho.

Lilianne y el Cáliz de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora