La locura del señor Crouch
El sábado después de la cena, de repente me vino una ligera sensación de querer matar a alguien, pero me conformé con tocar algún instrumento. Lo admito, la flauta sería siempre mi favorito.
Nyx estaba más contenta que nunca. Parecía que estirar las alas era lo que necesitaba, al fin y al cabo era una lechuza. Hice un trato con ella. Ella sería la encargada de llevar a Sirius comida de vez en cuando.
A Nyx no le gustaba la lechucería, por lo que ella saldría conmigo a los jardines y desde allí iría hasta la cueva de Sirius, le daría la comida y volvería. Con la velocidad de las lechuzas mágicas que eran, suponía que no tardaría ni una hora en ir y volver. El ejercicio necesario de una lechuza.
Ese mismo día me propuse empezar, por lo que me dirigí a las cocinas, pero me encontré una escena bastante peculiar. Harry, Ron y Hermione bajaron a las cocinas para entregar a Dobby sus calcetines nuevos.
Los elfos domésticos nos dispensaron una cálida acogida, haciendo reverencias y apresurándose a prepararles un té. Nadie aceptó excepto yo.
Dobby se emocionó con el regalo.
-¡Harry Potter es demasiado bueno con Dobby! -chilló, secándose las lágrimas de sus enormes ojos.
-Me salvaste la vida con esas branquialgas, Dobby, de verdad -dijo Harry.
-¿No hay más pastelitos de nata y chocolate? -preguntó Ron, paseando la vista por los elfos domésticos, que no paraban de sonreír ni de hacer reverencias.
-¡Acabas de desayunar! -dijo Hermione enfadada, pero entre cuatro elfos ya le habían llevado una enorme bandeja de plata llena de pastelitos.
Yo me quedé al margen. No iba a interferir en ellos. Me limité a beber mi té y a decirle a Nyx que no comiera tanto.
-¿Me podríais proporcionarnos algo de comida? -pregunté a los elfos que había alrededor, y ellos se inclinaron encantados.
-¿Que te apetece hoy? -preguntó uno que creo que se llamaba Dicky.
-Vosotros nunca me defraudáis -les dije-. Cualquier cosa se que estará bien.
Al parecer me pasé con mi amabilidad y ellos se pusieron a llorar. Mal asunto. Me giré para saber si el trío de oro se fijaba en lo que estaba haciendo, pero nadie se dio cuenta de nada porque estaban en una profunda conversación.
-¿Dónde está Winky, Dobby? -quiso saber Hermione, que había estado buscándola con la mirada.
-Winky está junto al fuego, señorita -repuso Dobby en voz baja, abatiendo un poco las orejas.
-¡Dios mío!
Winky estaba sentada en el mismo taburete que la última vez, pero se hallaba tan sucia que se confundía con los ladrillos ennegrecidos por el humo que tenía detrás. La ropa que llevaba puesta estaba andrajosa y sin lavar. Sostenía en las manos una botella de cerveza de mantequilla y se balanceaba ligeramente sobre el taburete, contemplando el fuego. Mientras la miraban, hipó muy fuerte.
-Winky se toma ahora seis botellas al día - susurró Dobby.
-Bueno, no es una bebida muy fuerte -comentó Harry.
Pero Dobby negó con la cabeza.
-Para una elfina doméstica sí que lo es, señor -repuso.
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Lilianne y el Cáliz de Fuego.
FanficLilianne regresa al colegio de un forma un tanto peculiar. Después de desaparecer todo el verano y llegar posteriormente de que empiece el curso, unos más que otros se alegran de verla. Pero siempre hay problemas, por ejemplo: una perdida de me...