Capítulo 19

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El baile de Navidad

     Después de esa excursión no autorizada fuera del castillo, todo fue mucho más rápido.

     Cuando nos fuimos a la cocina para disfrutar de un gran botín, observé que tanto Winky como Dobby no se encontraban. Estaban haciendo su turno de limpieza esa noche. Y a la mañana siguiente, me reuní con Hermione en la biblioteca y le pasé su parte del trato.

     Faltaba un día para el baile y mi cumpleaños. Que asco, odiaba el día de mi cumpleaños. Me recordaba a la muerte de Leo.

     La sala común seguía casi tan llena como durante el trimestre, y parecía más pequeña, porque sus ocupantes armaban mucho más jaleo aquellos días. Al parecer, Fred y George habían cosechado un gran éxito con sus galletas de canarios, porque había pillado a más de unos de mis compañeros de casa siendo víctima de estas bromas sin saber que era lo que pasaba y siguiendo comiendo. ¿Adivináis quienes pueden ser tan... cortos de mente? Os lo dejaré a vuestra imaginación.

     En el día del baile, todo fue un sin parar. Aquel momento nevaba copiosamente en el castillo y sus alrededores. El carruaje de Beauxbatons, de color azul claro, parecía una calabaza enorme, helada y cubierta de escarcha, junto a la cabaña de Hagrid, que a su lado era como una casita de chocolate con azúcar glasé por encima, en tanto que el barco de Durmstrang tenía las portillas heladas y los mástiles cubiertos de escarcha. Abajo, en las cocinas, los elfos domésticos se superaban a sí mismos con guisos calientes y sabrosos, y postres muy ricos. 

     La única que encontraba algo de lo cual quejarse era Fleur Delacour.

     -Toda esta comida de «Hogwag» es demasiado pesada -la oí decir una noche en que salíamos tras ella del Gran Comedor (Ron se ocultaba detrás de Harry, para que Fleur no lo viera)-. ¡No voy a «podeg lusig» la túnica!

     -¡Ah, qué tragedia! -se burló Hermione cuando Fleur salía al vestíbulo-. Vaya ínfulas, ¿eh?

     -¿Con quién vas a ir al baile, Hermione?

     Ron le hacía aquella pregunta en los momentos más inesperados para ver si, al pillarla por sorpresa, conseguía que le contestara. Sin embargo, Hermione no hacía más que mirarlo con el entrecejo fruncido y responder:

     -No te lo digo. Te reirías de mí.

     -¿Bromeas, Weasley? -dijo Malfoy tras ellos-. ¡No me dirás que ha conseguido pareja para el baile! ¿La sangre sucia de los dientes largos?

     Harry y Ron se dieron la vuelta bruscamente, pero Hermione saludó a alguien detrás de Malfoy:

     -¡Hola, profesor Moody!

     Malfoy palideció y retrocedió de un salto, buscándolo con la mirada, pero Moody estaba todavía sentado a la mesa de los profesores, terminándose el guiso. En realidad, a quien había saludado era a mi.

     -A no, es solamente Lilianne. Eres un huroncito nervioso, ¿eh, Malfoy? -dijo Hermione mordazmente, y ella, Harry y Ron empezaron a subir por la escalinata de mármol riéndose con ganas.

     Yo, para mi desgracia, tuve que subir también porque quería agarrar un libro de la biblioteca antes de que se cerrara ese día por el baile. Nyx vino en ese momento y se posicionó en mi hombro derecho para resguardarse del frio. Poniendo sus frías plumas en contacto con mi cuello.

     -Hermione -exclamó de repente Ron, sorprendido-, tus dientes...

     -¿Qué les pasa?

Lilianne y el Cáliz de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora