Capítulo 9

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Los guiris del pasado

     Y tal como lo había predicho, me pude librar de mi cárcel de enfermos. Chris me llevó una muda de ropa, estaba harta de las batas blancas, necesitaba mis ropas emo. No me sentía cómodas sin telas negras cubriéndome, no había vuelto a vestir de colores desde lo de Leo...

     Dorotea, la abuela de Chris, era una mujer muy conservadora, un amor de abuela y consentida con su nieta, pero hay a veces que ciertas cosas no se pueden hacer entender. Esa era una de las razones por las que Chris miraba nerviosa. Un día y medio después de la visita de Dumbledore, salí del hospital. 

     Exactamente el día 3 de octubre de 1994, a las ocho de la noche, cruzaba las grandes puertas hacia la calle acompañada de una anciana de pelo blanco, un niño hiperactivo y una mini lechuza en mi hombro. Intenté apañármelas solo con una muleta, pero no podía. Debía usar las dos por el momento. 

     -No puede ser -escuché al niño-. Soy más alta que tu.

     Me giré automáticamente. Era verdad. 

     -Los médicos han dicho que mi cuerpo ha estado inactivo últimamente -expliqué-. Es como si no hubiera pasado tiempo para mi: quitando lo de mi desnutrición, cansancio y eso. Más o menos como si hubiera estado congelado y mi cuerpo chupara poco a poco mis energías para preservarse.

     -Los médicos también han dicho que no hables -me reprendió la señora. Se llamaba Dorotea-. No deberían haberte dejado ir así. Parece que una simple ráfaga de viento fuera capar de arrollarte. 

     -He perdido ya demasiadas clases -dije seria-. Debo ir cuanto antes a la escuela.

     -Eres tal como describió la pequeña Christina -por detrás de su abuela, el mencionado hacía muecas de desagrado-. La pobre ha estado muy triste últimamente, ni siquiera ha querido ir a la mundial de este año.

     -Por supuesto -rodó los ojos con un resoplido-. La aprecio mucho, no entiendo por que no hacerlo. Yo si demuestro mis sentimientos, no soy una amargada.

     No entendía su facilidad para hacer eso. Yo apenas le decía algo medianamente bonito. ¿Cómo demonios se había quedado a mi lado?

     -No digas esas cosas -la regañó Dorotea-. Me has dicho que ella te ayuda con los estudios, ¿así se lo agradeces?

     -Me ayuda porque me quiere mucho -sonrió con sonra- ¿verdad?.

     -Te ayudo porque soy mejor que tu -le dije aburrida.

     -No digas esas cosas -estaba haciendo drama-. ¡Eso no tiene nada que ver!

     -No te enfades -le hablé como si tuviera cinco años-. No es mi culpa que yo sea mejor que tu.  

     Ya os podéis imaginar el resto del camino hacia el punto de encuentro para el traslador. Dumbledore nos lo había proporcionado para la vuelta al colegio, dejándonos a dos alumnos en Hogsmeade para luego agarrar un carruaje y llegar a Hogwarts. 

     No llevaba la típica túnica de trabajo, ni el uniforme. Incluso mi pelo estaba diferente porque Chris insistió en hacerme un moño, el cual ahora dejaba ver finos mechones de pelo blanco que se escapaban de él por culpa del viaje. 

     Hablando de pelo diferente, el maldito se había vuelto menos lacio, me costaba más de hacer. Era ligéramente ondulado, y me fastidiaba. Otro cambio fue mi piel, pues a parte de ser tan blanca como la porcelana, estaba hidratada y sin granitos como los que Chris nombraba el año pasado. Puede que eso sea de lo único que me alegro. 

Lilianne y el Cáliz de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora