Como siempre: Olivia [✔] ┋ ¡Capítulos completos!

Capítulo 20

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Este libro se encuentra disponible en las 
librerías de Argentina, en España por e-book,
en mercado libre por los demás países y ahora, 
por ser que estamos en cuarentena, también
lo van a poder leer acá en wattpad con sus capítulos completos.
¡Espero que les guste!
Tengan consideración de que este libro lo escribí a los 15 años, 
ahora tengo casi 20.
aclaro por si llegan encontrar algún que otro error.
¡Feliz cuarentena! ojalá se encuentren bien de salud.
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Llego al departamento y azoto la puerta con fuerza. La bronca que tengo nadie me la va a poder sacar. Tomo mi maleta y pongo lo que tengo. Agarro la caja con las cartas y, aunque tengo ganas de tirarlas por el balcón, romperlas, prenderlas fuego, no lo hago. Porque estoy enamorada de ese hombre, del hombre que fue, no del que es ahora.

Dejo la llave en la mesita y antes de salir por la puerta, me detengo y lloro con todas mis fuerzas. Estoy tan frustrada, intenté hablarle, intenté explicarle que yo no tuve nada que ver y no me quiso escuchar. Prefirió cerrarse antes de escuchar una sola palabra mía. Me dijo las peores cosas terminando de destruirme.

Me levantó como puedo y salgo del departamento. Siento unos pasos acercarse y me escondo en el pasillo. Miro hacía la puerta y lo veo a Ryan entrar furioso al departamento. Cuando ya está fuera de mi vista, salgo del edificio.

...

—Con nosotras vas a estar bien, Livvy. —me dice, Karla. Le sonrío dulcemente. Vine y preferí no decirle la razón de por la que me veo tan mal y el por qué me quedé sin trabajo.

Cuando ella sale del cuarto término de acomodarme en la cama. Cuando llegué, me di una ducha, hablé con mi mamá evitando contarle todo lo que pasó. Sin ganas de comer, me acosté en la cama de la que solía ser mi habitación.

Al pasar toda la noche sin poder pegar ni un ojo, llorando en silencio me sorprende el día. Termino de cambiarme y arreglarme para no estar tan demacrada y voy a la cocina.

—Buenos días. —digo y Karla se da vuelta para sonreírme. —Bueno días, Livvy. ¿Cómo dormiste? —me pregunta, preparando el café.

—Bien. —miento—. ¿Y tú?

—Bien, muy bien. Iré a comprar la leche, ¿Necesitas algo?

—Voy yo a comprar ya que necesito pasar por la farmacia a comprar unas pastillas para el dolor de cabeza. —luego de discutir con que iba yo por fin se rinde, y me deja. Voy directo a la farmacia luego de comprar la leche, pero no puedo dar ni un paso más que siento como alguien pone algo filoso en mi espalda.

—Quédate quieta y hace lo que yo te diga. —escucho su voz, la voz que hace meses que no oigo, pero no lo puedo ver, aunque sé que es Javier y sé que estoy perdida.