Clases especiales

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¡Buenas, chicos! Antes de que empiece el capítulo, me gustaría que leyerais esto.

Os quiero recomendar un relato corto que escribí para una antología romántica. Al igual que Academia Olímpica, la trama es de mitología griega. La verdad es que estoy bastante orgullosa de "Memorias de una diosa enamorada" (que es como se llama el relato) y me gustaría compartirlo con vosotros. Aquí debajo os dejo la sinopsis, si os gusta, podéis encontrarla en mi perfil. ¡Gracias!

Aunque parezca mentira, los dioses también se enamoran. Mientras que Perséfone permanece en el Inframundo en contra de su voluntad, el amor de su vida está esperándole ahí fuera. El problema es que su marido, Hades, es muy celoso y hará lo que sea para retener a Perséfone. ¿Valdrá la pena arriesgarse a desatar la furia del dios de los muertos? ¿Podrá librarse Perséfone de la terrible maldición que cae sobre ella? Una historia de amor sobre una valiente mujer que hará lo que haga falta para conseguir lo que quiere por encima de todo: la felicidad.

PD: Perdón por el spam.

-Paula.

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Encontré a Nora en el jardín, sentada en uno de los bancos. Me acerqué y me senté a su lado.

―Nora... ¿Qué pasó?

Tenía la mirada perdida.

―Estoy segura que no fue solo lo de Roger ―insistí―, sé que hay algo más.

―Mia siempre había sido mi mejor amiga, éramos inseparables. El problema llegó con Roger. Me enamoré perdidamente de él y durante ese tiempo en el que mi amor era correspondido me sentía la persona más feliz del mundo ―sus ojos seguían perdidos―. Durante un tiempo, nuestra relación fue muy popular en el colegio y no se hablaba de nada más, ni de Mia. Ella se puso celosa y convenció a Roger para que me dejara.

Toda mi atención estaba puesta en ella. ¿De verdad Mia era tan mala?

―Al parecer, no tuvo suficiente con eso. Alguien arrancó la mejor flor del jardín de mi madre, Deméter. Cuando esto pasó, todos me culparon, ya que los únicos que pueden entrar allí son sus hijos y los demás dioses. Yo soy su única hija viva, así que no quedaban más culpables. Desde entonces, mi madre no me habla, ni siquiera en sueños.

―¿Tu madre te hablaba en sueños?

―Sí, a veces los dioses lo hacen, aunque la mayoría de veces solo es una voz, sin cara ni cuerpo.

―¿Estás segura de que fue Mia?

Se giró hacia mí bruscamente.

―Estoy segura. No tengo pruebas pero lo sé ―su tono era duro y frio.

Tragué saliva. Su expresión se suavizó.

―¿Ya sabes de quién eres hija? Hace poco que te dieron la charla de iniciación, así que seguramente no.

―¿Cómo sabes lo de la charla de iniciación?

―Las noticias aquí vuelan, amiga.

Nos quedamos unos minutos en silencio. El silbido del viento y el movimiento de las hojas hacían de ese hermoso jardín un lugar algo tenebroso. Mi cuerpo había empezado a temblar a causa del frío.

―Estas helada ―dijo Nora, cuando se dio cuenta de mi temblor―, vamos dentro.

Nos dirigimos a las habitaciones. Ella se paró en la que era la suya.

―Nora ―dije, antes de que entrara―, siento mucho lo que pasó.

Me dedicó una sonrisa triste.

Academia OlímpicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora