Memorias I.

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―¿DÓNDE ESTÁ MI ROPA? ― Fue una demanda furiosa que me costó un reprobador ceño fruncido.

―No gruñas así, Erick. Sólo puedo transportar lo orgánico.

Tal vez eso era verdad, pero eso no explicaba porque él también estaba desnudo. Dudé que eso fuera un accidente. Sus caricias me aseguraron que no era accidental.

―Aleja tus manos de mí, Javier, y ve a llamar a tus hombres como lo prometiste. Inmediatamente.

No dije eso en el mismo tono enojado. No, fue con insistencia fría y lacónica. Se quedó mirándome de una manera que me hizo pensar que iba a refutar. Luego, con deliberada lentitud, se alejó de mí.

―No trates de levantarte aún, necesitarás tiempo para recuperarte.

Yo estaba en una cama. Oh, seguro, como si esto no fuera especialmente orquestado. ―Estaré bien mientras te apegues a tu palabra.

Él no respondió, solo caminó a zancadas hacia la puerta y la jaló abriéndola. Alguien estaba justo fuera del cuarto, y Javier dio un paso hacia atrás para dejar a esa persona entrar.

―Lucius, observa.

Lucius, un rubio alto quién podría haber sido Nórdico, observó, bien. Él recibió una mirada de mí, evidentemente apuñalándolos a ambos.

―Tengo a mi esposo. Él vino por su propia voluntad, así que puedes darle instrucciones a Simón para que dé marcha atrás a sus fuerzas.

―Todavía tengo que descubrir que soy tu esposo y vine porque tú me chantajeaste. ― repliqué, dándole a él una mirada que decía que no apreciaba su juego de palabras.

―Asegúrate de detallar su condición exacta para que Simón la informe.

Dijo Javier, ignorando eso. ―Y no olvides incluir la mía también.

Dios del cielo, Joel va enloquecer. Sentí un abatimiento de ansiedad. Tal vez debería haber pensado esto un poco más.

―Oui, Monsieur

Lucius se fue sin una mirada hacia atrás y Javier cerró la puerta. No me importó eso, ya que igual estaba en el interior.

―¿Él va llamar a este tal Simón? ¿Qué tan cerca estamos de allí? ― pregunté, capaz de agarrar algo de la manta y enrollarme dentro de ella.

―Llamará ― Un brillo destelló en sus ojos. ―Pero estamos muy lejos de Bavaria, Erick.

―¿Bavaria? ― Jeez, no es de extrañar que esto hubiera parecido lejano. ―¿Dónde estamos ahora? O supongo que no me lo dirás.

Era muy embarazoso tener una conversación con un extraño desnudo. Javier no hizo ningún intento de cubrirse, tampoco. Yo no estaba mirando, pero no estaba ciego. Él era un poco robusto como un jugador de fútbol, con músculos e intermitentes cicatrices sobre su piel.

―Te lo diré. No soy como esos carroñeros que te transportaron para allá y para acá mientras te mantenían ciego y estúpido.

Esa última frase lo dijo todo. Eso había sido yo después de todo.

Le di a Javier una ecuánime mirada. ―Puedo no estar soñando contigo, pero aún estás hurgando en mi cabeza. Debes haber hecho un muy exhaustivo trabajo para conocer detalles como esos.

Javier se sentó en el filo de la cama, extendiéndose para detenerme de enrollarme lejos. La falta de sincronización en mis movimientos me atemorizó. Yo quería saltar fuera de la cama, pero todo lo que pude hacer fue parpadear.

Destined for an early grave  [joerick]    -ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora