Esto es una apuesta

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Jackson me fulminó con la mirada. ―Si no fuera tan malditamente cerca del amanecer, haría que rogaras por misericordia.

Estaba sobre él con mis piernas a ambos lados de su cintura. Podría haberle gustado bajo otras circunstancias. Ahora, sin embargo, con un cuchillo sobresaliendo de su pecho, él tenía otras cosas en que pensar.

―Mal perdedor― respondí, tirando de la hoja hacia fuera y saltando sobre mis pies. ―Vamos. Otra vez.

―Esto es un pobre sustituto de follar― refunfuñó, levantándose y frunciendo el ceño hacia su camisa hecha jirones. ―La has arruinado.

―Te dije que simplemente te la quitaras― dije encogiéndome de hombros. Jackson me sonrió. 

―Ah, pero pensé que sólo querías disfrutar las cosas buenas, muñeco.

Él había mantenido un flujo constante de comentarios y alusiones diseñadas para sacarme del juego. No los tomé en serio. Yo sabía que solamente era parte de la forma en la que él operaba.

―Sigue hablando, niño bonito. Sólo hace que tus momentos de silencio sean mejores.

Eso atrajo una risa mientras nos rodeábamos el uno al otro. Los ojos de Jackson brillaban con expectación. Él amaba una pelea desagradable. Esa era una de sus cualidades admirables.

―Piensas que soy bonito, ¿no? Siempre lo supe. ¡Ah Reaper!, lo habríamos pasado en grande, pero tuviste que casarte con Pimentel. Ahora estás fuera de los límites para siempre, pero hubiera sido divertido. Muy divertido.

―Nunca tuviste oportunidad, Jackson.

Esquivó el cuchillo que le arrojé con otra sucia risita.

―Mala puntería, dulzura. Erraste por un metro. ¿Aún te irrita la idea de cuán fácil pude haberme metido en la cama contigo antes de que Pimentel volviera a entrar en tu vida? ¿De verdad crees que podrías haberte resistido por mucho tiempo si me hubiera propuesto tenerte?

Bastardo arrogante. Lo embestí, pero Jackson me esquivó en el último instante. Muy tarde supe que había cometido un error. Sus piernas barrieron, seguidas por sus puños, y fui golpeado fuera de balance. Un codo se estrelló contra mi espalda. Me tiró al suelo, con él justo encima de mí. Jaló mis brazos hacia atrás, doblándolos hacia el lado equivocado y su boca se cerró encima de mi cuello.

―Un roce de mis colmillos y tu garganta se desgarrará― murmuró antes de soltarme. Me di la vuelta, haciendo una mueca de dolor, para encontrarlo mirando hacia mí con objetivo triunfo ―Temperamento, temperamento―dijo. ―Es a la vez tu debilidad y tu fuerza.

Me puse de pie, moviéndome más lento por lo que tenía que haber huesos rotos en mi caja torácica. Las articulaciones de mi muñeca, híperextendidas también. Quemaban casi tanto como las costillas. ―Una de tres, Jackson. Yo no me apresuraría a presumir.

―Sabía que te vencería eventualmente― contestó. ―Todo el mundo comete errores, si les das el tiempo suficiente.

Oí pasos acercándose, y mi madre entró en la habitación. Miró hacia los muebles fortuitamente desordenados, hacia mí, luego hacia Jackson.

―Erick, ¿cuánto tiempo vas a estar golpeando todo aquí abajo?― Preguntó.

―¿No vas a decir hola, muñeca?

Jackson ronroneó bastante la pregunta. Articulé terribles amenazas sin pronunciarlas por encima del hombro de ella. Él sólo me sonrió.

Ella lo ignoró, percatándose de mi respiración irregular. ―¿Estás bien, Erick?

Destined for an early grave  [joerick]    -ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora