No tienes elección

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No regresamos a la casa en Bavaria. Por supuesto, por el aire no podía estar seguro de que no estuviéramos en Bavaria, pero no era el mismo lugar del que me había ido. Al no tener mis pastillas, solo cerré mis ojos mientras aterrizamos, y tomábamos un auto el resto del camino. Incluso si las hubiera tenido, había decidido ya no tomar píldoras. Javier no podría sacarme de mis sueños a menos que yo lo ayudara, y estaba seguro que no iba a hacer eso de nuevo. Además, me pregunté si esas píldoras me estaban haciendo enfermar, porque como Vlad lo notó, me sentía como el infierno.

Tendría que llamar a Will y preguntarle si había efectos secundarios al tomarlas.

Spade fue la primera persona que vi cuando abrí mis ojos después de que Vlad me llevó dentro de la casa. Estaba de pie en el pasillo de la entrada, usando una expresión resignada.

―No debiste haberte ido.

―¿Dónde está Joel?

No iba a hablar de ello con Spade. See, me lo merecía, pero solo había una persona con derecho a hacerlo. El hecho de que Joel no hubiera salido cuando me oyó llegar decía mucho. Él debía estar realmente molesto.

Spade miró a su izquierda. ―Sigue la música.

Música de piano se escuchaba desde la dirección que Spade indicaba.

Quizás Joel estaba escuchando un CD para relajarse. Uno solo podría esperar que hubiera mejorado su temperamento.

―Gracias.― Me dirigí hacia las habitaciones siguiendo el sonido.

Cuando entré a lo que parecía ser una gran librería, vi que la música venía de un piano, no de un CD. Joel estaba inclinado sobre él, su espalda hacia mí, pálidos dedos deslizándose de forma experta por las teclas.

―Hola ― dije, luego de estar de pie varios latidos sin que él siquiera se volteara. Iba a ignorarme, ¿no? No si yo podía evitarlo. Prefería acabar con esto que prolongarlo. ―No sabía que tocabas. ― traté de nuevo, acercándome.

Cuando me acerqué lo suficiente para sentir su vibra, me detuve. Joel se sentía lo suficientemente herido como para explotar, a pesar de que la música viniendo de sus manos era serena. Chopin, quizás. O Mozart.

―¿Por qué estás aquí?

Preguntó con una amabilidad despectiva, sin perderse una nota o mirar hacia arriba. La pregunta me sorprendió.

―Por-porque tú lo estás ― dije, maldiciéndome a mi mismo por tartamudear como un adolescente. Había tenido suficiente de eso.

Joel todavía no miraba hacia arriba. ―Si viniste a decir adiós, no necesitas molestarte. No necesito una explicación llena de lágrimas. Solo sal de la misma forma que entraste.

Un nudo se disparó a mi garganta. ―Joel, eso no es-

―¡No me toques!

Había estado a punto de posar mi mano sobre su espalda cuando golpeó mi brazo fuertemente hacia atrás, me hizo girar. Ahora Joel me estaba mirando, y la rabia en su mirada me atravesó donde estaba.

―No. No llegarás aquí apestando a Javier, y luego pondrás tus manos sobre mí.― Cada palabra era un bien pensado gruñido furioso. ―He sufrido bastante al ser tratado con condescendencia. Tú me tratas como si fuera un débil humano que no podría sobrevivir sin tu ayuda, ¡pero soy un maldito vampiro Maestro!

La última parte fue gritada. Di un respingo. Joel flexionó sus manos, pareciendo querer contenerse sí mismo. Lo siguiente lo dijo con los dientes apretados.

Destined for an early grave  [joerick]    -ADAPTACIÓN-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora