Capítulo 40

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Milan

Mientras entraba a un cuarto por uno de los pasillos del lugar, lo vi azotar la puerta. Yo que iba detrás de él, al abrir la puerta, la cerré de la misma manera.

Él me daba la espalda mientras pasaba la mano por su cabello.

—¿Qué demonios haces aquí?— escuché su voz tensa aún sin voltearse.

—¿Qué pretendías? — respondí de vuelta — ¿Matar a ese chico?

Él se volteó rápidamente y miró directamente a mis ojos. Retrocedí cuando lo vi acercarse de una manera bastante amenazadora.

—Te pregunté ¿Qué diablos haces en este lugar?— volvió a cuestionar esta vez con más fuerza en su tono de voz. Miré sus labios y noté un pequeño corte en la esquina de su labio inferior. A juzgar por todos los golpes que recibió, era una suerte que sólo tuviera ese rasguño...aunque no podía decir lo mismo del otro chico.

Me enderecé, y traté de buscar valentía para responder, sólo que no sabía en dónde la encontraría.

—Yo...— intentaba decir— vine a ver a dónde salías todas las noches— solté sin aguantarlo más.

Él resopló con algo de molestia.

—Sigues metiéndote en mi vida aún después de que te dije que no lo siguieras haciendo.

Mi ánimo decayó a uno de aflicción.

—Es que...no te entiendo, ¿por qué haces esto?— le inquirí— ¿Por pasatiempo? ¿Diversión?...¿O para huir?

Él se quedó observándome, y por la expresión que tomó su rostro, estaba segura que fue por eso último que había dicho.

—Yo no tengo por qué huir de nada— contestó con pesadumbre, dio la vuelta y de uno de los casilleros, tomó lo que parecía ser un bolso, entonces lo escuché comentar:— de hecho ni siquiera tengo por qué darte explicaciones.

No sé por qué, pero algo me decía que había dado en un nervio sensible.

—Ya sé porque lo haces— dije ignorando su último comentario— es eso ¿verdad? estás huyendo de algo, ¿de qué Dominic? ¿a qué le tienes miedo?

Él no hace, ni dice nada, ni siquiera voltea. Pensé que no iba a responder, pero luego comenzó a buscar cosas del bolso, y sacó lo que parecía ser un jeans y luego procedió a ponérselo por encima de su pantalón corto.

—Yo sólo le tenía miedo a una sola cosa Milan, y ahora soy lo suficientemente grande para ya no temerle— no digo nada en espera, él me observó terminando de ponerse el jeans— a la oscuridad.

Estudié muy bien esas palabras. Podrían tener doble sentido, pero yo sabía muy bien a qué clase de oscuridad se refería.

—Te equivocas— objeté negando— no le temes porque ahora eres parte de ella.

Ahora tomó una camiseta de la mochila y mientras se la ponía, se encogió de hombros.

—Es mejor ser parte de ella, que seguir huyendo.

Negué una vez más y esta vez osé a acercarme un poco más a él.

—Y no tiene que ser así Dominic, déjame ayudarte— le pedí con ímpetu, atreviéndome a tomar su cara entre mis manos— yo puedo ayudarte.

Él escudriñó mi rostro y sin dejar de observar mis ojos, noté como su semblante decayó. Luego tomó mis manos y dijo:

—Arrastrarte a esta oscuridad, sería hundirme más en ella— negó— no puedo permitir que nada malo te suceda.

Dominic© ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora