Capítulo 51

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Milan

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Milan

La mañana llegó rápido, y con ella mi realidad.

Era el día.

El último en Inglaterra, el último con la señora Maggie, con los chicos...y con él.

Todo me parecía irreal, tan irreal que nunca pensé en llorar por quedarme, sino por volver a casa, con mi familia. Y ahora estaba aquí, deseando todo lo contrario. Y no era como si no los extrañara, por supuesto que lo hacía, de hecho estaba loca por verlos, pero los momentos se volvieron cortos y no pedía otra cosa que no fuera un poco más de tiempo. Más tiempo aquí, con él.

Todo lo importante que creí tener en la palma de mi mano, se desvanecía de ella poco a poco y no podía hacer nada porque sabía que así debía ser, debía aceptar mi realidad.

La señora Maggie quiso que tuvieramos el desayuno juntos, supongo que por última vez. Fué silencio. Nadie se atrevía a decir nada, yo sólo comía mis waffles sintiendo su mirada todo el tiempo sobre mi.

Lo extrañaré.

Tanto o más que los exquisitos waffles de la señora Maggie. Ella me sonreía a modo de conformidad, y yo, no podía hacer otra cosa que devolverle la sonrisa. Ella había hecho muchas cosas por mi, me alojó en su casa y me trató como si fuera parte de su familia, fue genial y no sabía cómo pagarle por ello. Pero le estaría eternamente agradecida.

Cuando terminamos de desayunar, era el momento de bajar todas las maletas. Una por una él lo hizo, no dejó que lo ayudara, por lo que sólo me quedé ahí observándolo mientras lo hacía con una expresión neutral en su mirada.

Tuve la curiosidad de saber qué estaría pasando por su mente en ese momento, porque por la mía pasaron un sin número de escenas en los que me veía sola.

Sin él.

Sólo cuando pensaba en eso, mi corazón se desplomaba y mi mente se retraía, me preguntaba si podría hacerlo, si al final podría decirle adiós.

Camino al aeropuerto, miraba por la ventanilla los lugares y rascacielos que miré asombrada y maravillada cuando llegué esa primera vez. Ahora los veía lejanos y desvanecidos, incluso el cielo se notaba triste.

No me agradó la idea de que fuera tan temprano, pero así debía ser, todo estaba cumplido, esta era la fecha y la hora establecida. No podía darme el lujo de quedarme por mi propia cuenta, aunque aquello era lo que más deseaba, en primer lugar: porque a pesar de todo, sabía que Dominic no me dejaría hacerlo y dos; porque necesitaba que todo estuviera en orden para cuando volviera. Porque volvería, se lo aseguré, haría todo lo posible para hacerlo, no tenía la fecha, ni la hora exacta en estos momentos, incluso podía ser que pasaran año para eso, pero de que volvería lo haría, eso era seguro.

De un momento a otro recordé todo lo que pasó mucho más temprano esa mañana:

Me encontraba en la habitación y mientras organizaba y miraba que todo estuviera en orden, una lágrima rodó por mi mejilla, pero la aparté de inmediato. No era momento de ponerse triste, ni siquiera para eso había tiempo.

Dominic© ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora