Capítulo 48

2.8K 150 8
                                    


Milan

-Daisy de verdad yo...veré que ponerme, no es necesario comprar nada- trataba de convencer a Daisy la cual llegó temprano a casa y sin desirme ni una sola palabra, prácticamente me arrastró para según ella, ir a comprar lo necesario para la fiesta de graduación.

Era esta noche.

Después de hoy, mi vida en Inglaterra terminaría. Podría decir que estaba nerviosa o muy asustada, pero la verdad era que, a estas alturas ya ni sabía cómo sentirme por ello.

Lo único que hacía era pensar en él, y en el vacío que sentiría cuando me fuera.

-Lo sé, y descuida- decía sin importancia mientras caminábamos afuera, hacia el auto de su padre- sólo iremos al salón de belleza, nada del otro mundo- ella entró, pero yo no lo hice, por lo que desde adentro me miró- vamos Milan, míralo como un regalo. De mi, para ti ¿de acuerdo?

Ella sonrío para tratar de convencerme.

En realidad, no era como si tuviera un vestido extraordinario para ponerme. En el momento en que decidí empacar mis cosas para venir aquí, no pensaba en que probablemente podíamos tener una gran fiesta o algun chico para presumir o impresionar. Sólo empaqué un vestido sencillo que creí perfecto para cuando llegara esa ocasión. La verdad era que, nunca he sido una chica de esas glamurosas o las cuales les encanta llamar la atención. Sin embargo, no podía negarlo, quería lucir bonita para esta noche, especialmente para él. Además, Daisy quería ayudarme, así que dejé que lo hiciera.

Suspiré resignada.

-Está bien- luego entré al vehículo.

-Y si es por el dinero- decía mientras ponía el auto en marcha- no te preocupes, papá me prestó su tarjeta de crédito.

Ante eso, la miré abriendo los ojos.

-¿Qué?- exclamé- No, de ninguna manera, no dejaré que gastes dinero en mí, lo que vayamos a gastar lo usaré de mi bolsillo.

Ella rodó los ojos.

-Vamos Milan, deja de ser tan modesta por un momento ¿si?. Además será....tu última noche con nosotros. Déjame hacer esto, me sentiré bien, créeme.

Mi última noche.

Que extraño se escuchaba eso, pero era tan cierto como que respiraba. No decía que no lo veía venir, porque muchas veces incluso lo había soñado. Al comienzo, y antes personas o circunstancias no deseadas, yo anhelaba con todas mis fuerzas volver con mi familia, o que los días pasaran los más rápido posible para estar con ellos, pero habían pasado tantas cosas desde que desee eso por última vez, que ahora estaba aquí, ansiando todo lo contrario.

Ansiaba sólo estar con él.

Anoche después de la cena, y cuando los chicos se fueron, yo subí a mi habitación, me recosté sobre la cama, sin dejar de pensar en mi partida. Sabía que hacerlo era una perdida de tiempo porque la situación no cambiaría, pero era inevitable no hacerlo cuando la realidad estaba tan cerca que parecía tangible. Y de momento me entraron unas ansias locas de ir a su cuarto, y pasar la noche con él, lo pensé mucho, pero al final no pude hacerlo. Lo cierto era, que no quería hacer más difíciles las cosas. Sentía que sí lo hacía sería mucho más complicado para nuestras despedida.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo, pues sentí la puerta de mi habitación abrirse. No tuve que ser adivina para saber que era él, su olor y su calor me hicieron sentir la sensación de estar en el lugar más correcto y favorable del mundo.

Sus brazos.

Él ni siquiera dijo una palabra, sólo se pegó a mi espalda y me sostuvo fuertemente. Y era lo único que necesitábamos. Estar ahí, abrazados el uno junto al otro, aunque estuviéramos tan cerca pero a la vez tan lejos, era suficiente para mí.

Dominic© ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora