Formalidades, reencuentros.

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De pronto el nombre de Adrew, ya estaba en boca de todo el pueblo, parecía que había conquistado a todos ¿Quien no quedaría prendado de él? Era atractivo, tenía un acento extranjero y sin mencionar su clase, tenía unos modales intachables. Para Eitabel esto no le era indiferente que estuviera en la mira de las jóvenes del pueblo.

-¿Por que aceptaste la invitación de los Mitchell? - preguntó Eitabel mirando a Adrew - Si querías pasar por desapercibido así no lo vas a lograr.

-Creí que sería descortés de mi parte, negarme a la invitación personal que me hizo el señor Mitchell y su hija.

-Lamentó interrumpir esta interesante conversación, pero Adrew tiene razón, los Mitchell son una familia muy influyente no conviene quedar mal con ellos y además - decía Charles con cierta burla fumando un puro - el Pecesito es ya famoso, no creo que pase por desapercibido menos por las feminas.

Eitabel suspiro, su primo y Adrew tenían razón.

-De acuerdo, entonces ¿Sabes que se hace en las fiestas de aquí? - Adrew negó un poco avergonzado.

-¿Sabes bailar?-le preguntó Charles y volvió a negar - estamos en serios problemas entonces.

-¿Me enseñas? - le preguntó Adrew a Eitabel, la chica algo insegura asintió.

-Veamos si Pecesito aprende rápido -con una sonrisa Charles haciendo los muebles a un lado.

-Bien-Eitabel se acercó a Adrew, este sonrió de lado.

-Creo que vi como se tomaban a las mujeres -tomandola de la cintura acercándola más a él-¿Así?

La chica era un manojo de nervios, pero al ver a Adrew todo aquel sentimiento de inseguridad comenzó a desaparecer, posó una mano en su hombro y la otra la unió a la del gobernante.

No había música, solo estaban parados en la sala de Charles, pero para ellos, fue como si todo se detuviera y solo importaran ellos dos. Por más que ambos trataran de negar esa conexión que sentían al conectar miradas o esa sensación confortable al sentir la calidez de sus manos, era algo que no se podía ocultar.

Adrew se acercó con sumo cuidado a Eitabel, le acarició el rostro y le depositó un beso en la mejilla y otro en el dorso de la mano.

-Mi Ángel- fue todo lo que dijo Adrew, haciendo que la sangre de Eitabel le subiera al rostro. Estaba viviendo y sintiendo algo surreal con Adrew.

La chica en la noche estaba preparándose para la fiesta de los Mitchell donde fue también invitada, iba con un vestido rosa claro, suspiro acomodandose bien el corsé y el peinado, no le gustaban los peinados, siempre llevaba un recogido sencillo.

Al pie de la escalera estaba su prometido, Eitabel suspiro y sonrió.

-Luces hermosa Eitabel- fue todo lo que dijo el Conde, besando el dorso de su mano "no era lo mismo"

-Gracias, también luces muy apuesto- con una sonrisa, al llegar a la mansión de los Mitchell. -Andando- fue todo lo que dijo Eitabel.

-No estes nerviosa-le acarició la mano y entraron siendo anunciados como todos los invitados.

-El Conde Winchester y su prometida Lady Eitabel Wembley.

Todas las miradas se posaron en ellos, no era para menos, no todos los días el sobrino mayor del rey, el conde Winchester se compromete y menos con una muchacha de un pueblo lejano a donde vive, era un honor tener a la familia real en sus fiestas, así que eran invitados a todas partes.

Eitabel busco caras conocidas y se topó a su primo hablando con varios empresarios y no tardó en divisar a Adrew, se quedó hipnotizada viéndolo. Con su traje de gala, una amable sonrisa conversando. Parecía como si fuera de aquí, era todo un sueño.

Cuando sus miradas conectaron, ahí estaba esa conexión. "Ella no es una Condesa, es una Reina" pensaba el gobernante cuando la veía saludar con gracia a todos, donde toda la cena estuvieron intercambiando miradas rápidas.

Cuando llego el tiempo del baile, Adrew maravillado con aquellos sonidos, se dedicó a admirar aquellas melodías.

-¿Le gusta mucho la música sir Madson?-era la hija de los Mitchell.

-En efecto Lady Mitchell-dijo y la muchacha sonrió.

Eitabel estaba bailando con su prometido incomoda, seguía sin ser lo mismo. Hasta que se encontró a Adrew también en la pista de baile con la hija de los Mitchell.

Estaban ambos tan cerca, pero tan lejos, la chica del cabello blanco trató de contener esa sensación de opresión en el pecho, se estaba sintiendo tan miserable.

-Voy a tomar aire Conde Winchester - Es disculpó Eitabel - ahorita vuelvo en unos minutos William.

En cuanto Eitabel entro a la terraza, dejo que sus lágrimas fluyeran. No quería volver ahí, no quería verlo a él. Saber que no podia estar cerca de aquel ser tan extraordinario como es Adrew y mínimo entablar un baile con él.

<Pequeña Marbel> una voz ajena a ella, le estaba hablando.

-¿Quien está ahí? - observó en el piso una pluma Roja y al levantar la vista, ahí estaba el arcángel de alas Rojas, no daba crédito a lo que estaba viendo, sobrevivió su hermanita menor.

Eitabel observó al ángel de alas Rojas, con una mirada del mismo color y con una sonrisa cínica. Parecía que disfrutaba ver a la chica verla así.

-No se, porque tratas de pretender que encajas con los humanos, nunca podrás ser como ellos y por supuesto nunca podrás ser como nosotros - fue todo lo que dijo Raguel - No se porque sigues viva.

-¿Quién eres? -Eitabel sacó su daga sin miedo, el arcángel tomó el brazo de la chica, le quitó el guante largo blanco y observó sus manos pálidas como su rostro y cabello -¡Suéltame! - trató de usar su fuerza, pero la fuerza de su peculiaridad no era nada comparada a la del arcángel.

-No interesa eso- comentó Raguel con su propia daga,e hizo una pequeña incisión en el dedo índice, tomo una muestra de sangre, la guardo en un pequeño frasco. -Luego vendré por mas querida.

Cuando nos une el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora