La oportunidad

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Solamente frialdad sentía en su cuerpo, la necesidad de respirar cada vez era más débil, sangre seguía fluyendo de su brazo, sangre que tocó el cuarzo azul que le había entregado Adrew.

Hasta que su cuerpo tocó la arena del fondo Del Mar, una extraña luz comenzó a emerger del cuarzo. Tomándola por completo.

Cuando un habitante de la ciudad submarina, regalaba algo tan preciado no solo la persona que recibe el objeto se queda con el mismo, sino también se queda con una protección especial.

La luz azul del cuarzo tomó todo el cuerpo de Eitabel, haciendo que desapareciera.

Adrew habia estado muy ocupado en esos meses, había tenido que reformar leyes y tratados de paz con las demás ciudades submarinas.

-Mi Rey - entró uno de sus guardias a la junta que tenía con los representantes de cada ciudad.

-¿Qué pasa?

-Venga rápido-ante el tono de voz de su guardia, Adrew se disculpó con los presentes y camino rápidamente con el guardia -Ahora si me puedes decir ¿cuál es la urgencia?

-Encontramos a una intrusa en una de las calles de la ciudad desmayada-lo llevaron a donde estaba la intrusa- no parece ser de nuestro reino, pero tiene un cuarzo azul en su cuello, uno de nuestros cuarzos.

Adrew la reconoció inmediatamente -La llevaré al castillo, está herida- se acercó rápidamente a ella, susurrándole en el oído una melodía. La melodía que le podría proporcionar a Eitabel la habilidad de captar el aire que cohabita en el agua. Lo que necesita para respirar.

El gobernante tomó a su ángel en brazos y la llevó al palacio donde vivía, claro que tenía que disimular su preocupación. Sus súbditos comenzaron a contenerle la hemorragia del brazo.

-Tiene severos golpes en la cabeza, mi rey- decía uno de los médicos de cabecera- y esa hemorragia, por suerte esta criatura es similar a nosotros, pudimos con magia restablecerle la sangre que perdió.

Adrew asintió acercándose a ella, era un ángel en un profundo sueño, era la mujer que lo mantenía en vela todas las noches, la que le robaba el pensamiento y ahora estaba mal.

-¿Por qué no despierta?

-Esta muy débil su majestad, necesita descansar.

-Quiero que me informes todo y con discreción ¿entendido?

-Por supuesto.

En Athikus, Raguel cargaba al pequeño bebé en brazos ¿Ahora que hacía con él?

-Beban, los que quieran unirse a nuestra causa-decía Raguel vertiendo el frasco de sangre en una bandeja para que todas las criaturas de Athikus pudieran beber.

Necesitaban la misma sangre que a el le tiño las alas de rojas, para volverse un poco más fuertes.

Ese bebé tenía lo que él mismo le arrebató a su madre, sangre angelical, no cometería el mismo acto con él, le convenía tener un nuevo aliado.

La ciudad celestial había tenido su cruzada donde miles de ángeles murieron, dejando huérfanos a miles de niños inocentes, se recreó un orfanato para criar a los niños.

Así que tocó la puerta del orfanato.

-Raguel-le mostró reverencia la arcángel encargada y el llanto de un bebé la hizo alertarse.

-Encontré este bebé, sus padres murieron por culpa de unas criaturas salvajes, las de Athikus, ahora esta solo - era bueno fingiendo preocupación, la arcángel tomó al bebé tratando de acunarlo.

-Sabes que siempre hay espacio para uno más -murmuró la arcángel - ¿Tiene algún nombre el bebé? -el de alas Rojas negó-Oh pobre bebé -la arcángel trajo un biberón y el bebé comenzó a beber desesperadamente de él-¿te gustaría ponerle un nombre?

Raguel suspiro, no había pensado en un nombre para ese niño.

-Sí-se le ocurrió un nombre-me gustaría llamarlo Endel, como mi padre.

-Endel, será - decía la arcángel entendiendo a Raguel, pues la muerte de sus padres había sido algo que a ojos de ella, marcó al arcángel de alas rojas. Para todos fue demasiado evidente el cambio que tuvieron Raguel y Amadeus, sobretodo con la historia donde contó que su padre, le dio su sangre al menor como última voluntad para que fuera fuerte.

-Puedo sentir su sangre angelical, no dudaría que Endel entrará al consejo de los 24 cuando esa mayor - le comentó la arcángel, una vez que arrulló a Endel para que se durmiera.

-Obviamente, viene de una familia con mucho poder - fue todo lo que dijo el de alas Rojas con arrogancia - Bueno me tengo que ir, Shell me necesita.

Pasaron los días y Eitabel no despertaba, Adrew se pasaba todos los días en la habitación de ella, solo salía cuando tenía que hacer sus deberes reales.

Pero su pueblo lo notaba con un semblante distinto, ya no tenía esa sonrisa que lo caracterizaba, lo notaban distraído, distante y triste.

Había recibido la noticia de que Agora vendría a hacerle una visita, lo último que le faltaba, no la quería ni tener cerca.

-Mi Rey- decía el médico entrando a donde estaba -Ah despertado.

Cuando nos une el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora