En la ciudad celestial, la arcángel encargada de cuidar el orfanato, Juliette observaba al más de pequeño de todos los niños.
-Endel- veía al pequeño risueño, levitando "¿Cómo era posible? Aún no tenía alas" Cargo al pequeño que tenía un mes, el cual miraba atento la lluvia.
-¿Te gusta la lluvia, pequeño? - maternalmente acurruco al bebé en sus brazos, mientras seguía observando la lluvia - No puedes salir aún a la lluvia bebé, pero ven.
La arcángel le preparo la bañera, el pequeño Endel se calmaba cuando recibía un baño.
-Parece que al mini, le gusta el agua Juliette - decía Zadquiel de 12,había vuelto de su vida en la tierra. Le habían dicho a Juliette que Zadquiel había viajado en el tiempo al futuro y que Hazel lo había traído de nuevo a su época actual.
-Si Zadquiel, obsérvalo jugar con el agua- Zadquiel tomo un vasito de plástico y le echo agüita en la cabeza de Endel.
-Le gusta - al ver como el bebé sonreía, echándole su shampoo especial, entonces el bebé comenzó a levitar nuevamente - ¿A dónde vas Endel? ¡Está volando Juliette! - El Niño de 12 años voló para atrapar al bebé mojado.
-No podemos decirle a nadie Zadquiel, hay que guardar el secreto de Endel.
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Eitabel necesitaba salir de ahí, algo no la dejaba respirar bien, comenzó a nadar para salir de aquel lugar. Hasta que sintió unas manos tomarla, la querían retener.
-¿Que? - se giró y observó lo que creía que no existían, veía materializadas las almas de aquellos soldados que murieron y mirandola de una mala manera. Ahogó un grito desesperado, sacando la navaja que le había dado Nahir la encajó en un montón de rocas submarinas donde de ahí se sostuvo.
Ahí fue donde la chica pudo ver bien donde callo, era un montón de huesos entre arena y algas.
Aquellas almas expedían a su alrededor sentimientos de desesperación, enojo.
-¡Eitabel! - la chica alzo la mirada y observó a Adrew, tendiéndole la mano, que no dudó en tomarla.
-¿Que son esas cosas? - preguntó la chica refugiada en los brazos del rey.
-Son las almas de las personas que han querido atacar los pueblos submarinos, siempre terminan muriendo en el fondo Del Mar.
Adrew la abrazo por la cintura, cuidándola estaba en la orilla de ese acantilado.
-¿Por qué siguen aquí?
-Es su castigo, siempre se terminan quedando en el fondo Del Mar por codiciar los tesoros de nuestros pueblos.
-Todo mundo merece descansar en paz cuando muere Adrew - alzando la ceja - es lo mínimo que todos merecen.
-La ley, me impide ayudarlos a que lleguen a su descanso eterno.
-Te puedes hacer y deshacer la ley-decía Eitabel acariciandole las mejillas-eres ahora tú el gobernante, lo que hicieron tus antecesores se quedó en el pasado. Ahora tú marcas el presente, este lugar tan hermoso merece más que ser un vil lugar donde reposan almas en pena, sin descanso.
Adrew pareció meditarlo unos segundos - de acuerdo, mi ángel. Necesito que te quedes aquí.
Él saltó de nuevo a aquella fosa, viendo de nuevo a las almas materializarse y en eso alguien cae a su lado.
-¿Por qué nunca me haces caso? - preguntó Adrew sacando su espada, Eitabel se levantó rápidamente.
-Yo nunca te prometí quedarme arriba, ademas una ayuda extra, no te hará mal - golpeando a un alma materializada que tenia a Adrew del cuello.
-Ya suenas a la chica que conocí en la tierra - con una sonrisa, eran la mancuerna perfecta ambos.
Adrew cerró los ojos concentrándose en su don, de pronto Eitabel empezó a escuchar una agradable melodía. Vio a Adrew totalmente concentrado.
Esa melodía era la melodía de la Paz, trasmitía paz y consuelo a cualquiera que lo escuchara, la tocaban siempre los gobernantes submarinos a su pueblo cuando este a sufrido estragos o guerras.
Eitabel comenzó a ser testigo de cómo aquellas almas empezaban otra vez a desvanecerse, ya no gruñían, ya no trasmitían más sentimientos negativos.
Se alarmó al ver como le salía sangre a Adrew de la nariz, pues esto le requería toda su energía, eran más de mil almas en esa fosa.
-Adrew- preocupada comenzó a limpiarle la nariz, él abrió los ojos y ahí fue cuando Eitabel se derritió, sus ojos se habían vuelto aún más claros. Le dedico una sonrisa tranquilizante a ella.
Ahí fue cuando aquellas almas se volvieron blancas y empezaron a desaparecer poco a poco.
-Lo hiciste Adrew-con una sonrisa tomándolo del hombro para llevarlo arriba a que descansara, el gobernante estaba cansado.
-Sin ti a mi lado, no lo hubiera hecho Eitabel, me haces ser mejor rey -La tomo del rostro -No me importa nada, solo quiero que estes conmigo, no sabes cuanto te he extrañado, cariño.
La beso, Eitabel sonrojada le continuó el beso. Su corazón comenzó a latir como loco e imágenes le empezaron a amontonar su mente, cuando el gobernante la rescató de aquellos piratas.
Su primer baile, el muelle que tanto le contó él, cuando le mostró el cielo, su primer beso, su primera noche juntos.
-¿Estás bien, Eitabel? - preguntó Adrew al separarse, viendo totalmente ida y sonrojada a su mujer.
-¿Por qué nunca me dijiste que eras un rey? - preguntó Eitabel, mejor dicho reclamo - ¿todo ese tiempo que estuviste en la tierra se te olvidó contarme esa parte? - con los brazos cruzados.
-Porque no tenía caso, en la tierra no soy nada - Adrew la tomo de la cintura y la alzo muchas veces totalmente feliz -¿Me recuerdas? - preguntó Adrew volviéndola a besar en cuanto la bajó.
-Si te recuerdo Adrew, recordé nuestros momentos - le acarició la mejilla- nuestro amor - lo volvió a besar con una sonrisa - pero es todo, no recuerdo mas - suspiro aún frustrada.
-Por el momento me conformo con eso - decía el gobernante alzándola -ya tenia días queriéndote decir que te amo Eitabel.
-Yo también te amo Adrew- se acomodo en su pecho - ¿A donde me llevas?
-A nuestro reino, mi reina - besando su mejilla con una sonrisa, la cargaba como el reina que era.
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Cuando nos une el agua
FantasyAdrew legítimo gobernante de las ciudades submarinas de Athikus, considerado un rey para muchos de sus habitantes. Todo se pone de cabeza cuando el rey de las ciudades submarinas ha desaparecido. "¿Dónde estará?" Irish tomando el cargo de su herman...