La cruda realidad

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Pasaban los días y Adrew no volvía, Eitabel estaba muy preocupada y Nahir estaba igual que ella.

-Trata de descansar Eitabel, quizás mañana tengamos noticias de Adrew - decía Nahir antes de irse a su cuarto, era media noche.

-De acuerdo- le trato de sonreír y cuando entro al cuarto, se desmoronó, tenía días que no veía a su Adrew.

-¿Dónde estás? - preguntó Eitabel llevándose las manos al cuarzo, cerrando los ojos - te necesito tanto.

En eso observó a Adrew tirado en el piso, herido, Eitabel se acercó rápidamente y al tratar de tocarlo, fue como si tocara a la nada.

Aquella conexión en los cuarzos reflejaba el alma del otro, aunque no pudieran estar físicamente a su lado.

-Iré por ti, mi Rey - se cambio rápidamente y con su navaja, salió a hurtadillas del palacio, era la reina  de la impulsividad Eitabel.

En cuanto salió, se vio implicada en un problema, los mares son muy bastos ¿donde estaba su Adrew?

Ya sabía donde iniciaría a buscarlo, si buscaba a Irish y Nahir le contaba que él iba muy frecuentemente a la superficie.

Y lo vio, estaba rodeada por tres mujeres que susurraban canciones como Adrew, pero había algo distinto estaba sangrando de sus oídos.

Eran brujas enemigas naturales de los seres del agua, porque ambas especies tenían como naturaleza, melodías. Melodías que chocaban.

Pocas veces las brujas disfrutaban de un festín como es el torturar a las crituraras Del Mar.

Irish le tendió una trampa al gobernante, pues hizo que lo siguiera hasta donde se encontraban esas brujas.

-Ah no quería, quita las manos de él -tomando la espada, las tres brujas originales de Athikus soltaron otro chillido más agudo, haciendo que los oídos de Adrew volvieran a sangrar - Adrew, mi amor - tratando de hacer que se despierte.

El gobernante abrió los ojos, entre mareos y pérdida del sentido de orientación, observó a su ángel. Vio que una de las brujas estaba forcejeando con ella.

-Con mi mujer ni se metan - decía Adrew levantandose y tapándole la boca a una bruja, la que estaba forcejeando con Eitabel.

Cuando se calló, la melodía desentonó, ya no creaba el mismo sonido que las tres brujas juntas -Siempre han tenido que trabajar juntas, que patéticas.

Las 2 brujas gruñeron, Adrew le puso la espada en el cuello a la tercera. -Me saludan a Irish.

El gobernante de la ciudad submarina, tomó a su mujer para protegerla, Eitabel al ver como los ojos de Adrew se tornaron más claros, supo que pasaría.

Los seres del agua, nunca mataban a sus víctimas solo las aturdían en caso de las brujas era la excepción, por el choque de frecuencias.

Eitabel vio a las brujas reducidas en cenizas.

-¿Sabes Lo preocupada que estuve Adrew?-la chica recargó en el tronco de un árbol a su hombre, se rompió un pedacito de tela y comenzó a limpiarle las heridas del rostro -¿Por qué te estás riendo?

-Porque siempre que tratas de salvarme, término salvándote yo -alzando la ceja, la toma del brazo y la sienta en sus piernas, para abrazarla - Te extrañe tanto- oliendo el perfume de su pelo, dándole suaves besos en su mejilla para darle un beso en los labios.

-Quizás tengas razón, pero no me sentía seguirá y tenía que venir Adrew - con lágrimas en los ojos - ¿Sabes que te vi mal herido? No me importo escapar del palacio a media noche, para buscarte, en este soleado día - Ahora Eitabel no entendía porque en la superficie estaban los rayos del sol y al fondo del agua era de noche, solo tardo media hora en buscar a Adrew.

-No quiero que llores por mi, me halaga y me da tristeza ser el motivo por el que llores- decía Adrew acariciandole las mejillas, dándole un beso en los labios.

Eitabel sonrió entre el beso, dejándose guiar por las caricias que le proporcionaba Adrew, que la hacían temblar.

-Mi Reina- murmuraba Adrew besando suavemente su cuello, el amaba lo suave y tersa de la piel de ella. Se sentía privilegiado de poder tocar su piel.

Corto una flor que estaba creciendo en el pasto verde y con ella empezó a delinear el rostro de la chica - eres perfecta.

Todo era una burbuja perfecta, ambos estaban disfrutando de su amor, hasta que unos gruñidos, hicieron que ese momento romántico acabará.

Adrew rapidamente se levantó tomando a Eitabel y acomodandola en su espalda.

-¿Confías en mi? - preguntó Adrew y Eitabel se acomodo bien en su espalda, abrazándolo bien.

-Con mi vida, Adrew - el gobernante sonrio de lado y comenzó a subir aquel árbol, aún tenían algo de tiempo, ya no podían escapar al agua.

Ahí fue cuando Eitabel observó por primera vez la cruda realidad de Athikus, un montón de criaturas del lado salvaje. Hombres lobos originales seguían una pequeña criatura, que temía por su vida.

Eitabel se tapó rápidamente la boca para no soltar un grito, cuando vio que esas criaturas comenzaron a desmembrar sin piedad, sentía una impotencia enorme.

Se refugio en el cuello de Adrew y comenzó a llorar en él, lloraba de coraje. Él solo la refugiaba contra su pecho, no era algo que quería que Eitabel viera, pero no podía seguir tapando el sol con un dedo.

-Lamentó tanto que hayas visto eso-limpiandole las lágrimas - desde hace un buen tiempo la superficie en athikus a cambiado, todo desde.

-¿Desde aquel ángel de alas Rojas que se alió con tu hermano mayor?- lo interrumpió.

-Quisiera decir que no, pero desde que esa especie encontró nuestro hogar, todo ha estado de cabeza. Han intentado entrar a nuestras ciudades submarinas y están utilizando a Irish para tomar lo que quieren de nosotros. Las melodías.

-Pero ustedes solos no van a poder con ellos- susurro Eitabel-miralos son unos salvajes.

-Por eso planeo enseñarte a ti, mi reina las melodías las debes saber tú, son parte de mi y tú ahora eres una parte vital para mi. Necesito que te cuides a toda costa.

Cuando nos une el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora