En el inframundo

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El sonido de los violines, era algo que le calmaba el alma. La música traía no solo le traía recuerdos que le alimentaban el alma, sino también un poco de paz mental.

>>> La joven Eitabel Wembley regresaba de una cita con su prometido el conde Winchester. Abrumada ante el acercamiento de aquel hombre.

Charles como siempre sabia que cuando su prima llegaba en ese estado, era mejor dejarla sola.

Se acercó a su violín y comenzó a tocar la primera canción que saltó a su memoria. Una que le había enseñado su padre.

La casa de su primo comenzó a llenarse de música. La chica estaba tan concentrada en su violín, que no se dio cuenta que tenía público ahí presente.

—Adrew — fue todo lo que dijo Eitabel cuando notó su presencia, aquel extraño ser el Del Mar. Tenía unos cuantos días viviendo con su primo.

Con una sonrisa que solo él podía darle, hizo que Eitabel se tranquilizara. Adrew se acerco a donde estaba la chica.

—¿Qué ocurre? — preguntó acariciandole  la mejilla — tocas de un modo muy violento este instrumento — le acomodo un mechón atrás del oído. Quizás el joven rey no era capaz de adivinar, lo que ese gesto significaba para Eitabel.

—L-lo siento — fue todo lo que dijo Eitabel, tratando de calmarse, pero estaba ante ese hombre, le era imposible calmarse.

—Me encanta como tocas el violín, bueno me gusta como tocas todos los instrumentos de esta habitación, pero el violín — Adrew tomo el violín — es algo especial para mí, me recuerda mucho a Mi Pueblo y las melodías que les enseño. —

—¿Quieres volver a tu pueblo? — preguntó acariciandole la mejilla, Adrew con una mirada nostálgica miró a Eitabel.  El Rey se sentía divido.

—La verdad, es que si quiero volver— la chica bajo la mirada, era obvio que no se iba a quedar para siempre — pero la tierra me esta gustando, estoy descubriendo cosas que en Mi Pueblo no. — Adrew tomó de la mejilla y la obligó a subir la mirada— Y te encontré a ti, Eitabel. <<<<

>>> Eitabel caminaba por el muelle de su pueblo, el conde Winchester le encantaba dar paseos nocturnos con su prometida.

Hasta que se sentaron en una banca, el conde le estaba dando la espalda al mar, solo Eitabel miraba el mar.

Se sonrojó al ver a Adrew en el, con una sonrisa que la invitaba a entrar al mar con él.

—¿Se encuentra bien Lady Wembley? — preguntaba el conde, Eitabel salió de su ensoñación y miró a su prometido.

—Solo me duele la cabeza — se excusó Eitabel — ¿le importaría si damos por terminado el paseo? Quisiera descansar en mi habitación.

—Como desee, mi lady — El conde la llevo a la casa Wembley.

—Regresaste muy temprano hija — fue todo lo que dijo la señora Wembley, Eitabel solo sonrió apenada.

—Me duele la cabeza madre, quisiera dormir ya — la señora asintió y la chica subió las escaleras.

Como siempre lo hacía abrió la ventana de su cuarto, sin pensarlo dos veces, saltó a las palmeras. Volvía a escapar de su casa, necesitaba regresar a ver a su hombre Del Mar.

Cuando nos une el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora