—entonces... Vamos a comer después de clases?—
—ho,...creo que si umh sería buena idea, hoy es vierne—
Namjoon sonrió por tener confirmada su salida, y le pareció inevitable no sonreír mucho más al grado de remarcar hermosamente sus hoyuelos por el leve tono carmesí que se estaban formando en las mejillas del pelirrojo. Sus manos buscaron rápidamente alcanzar sus cabellos, pero soltó un frustrante suspiro al notar como el pelirrojo se separaba de el sutilmente como si de repente le llamara más la atención el color de los casilleros.
Hace dos semanas para ser precisos después de el "pequeño" pleito que tuvo con el señor Kim, su querido Omega parecía huirle y vean que no lo imaginaba, si él se acercaba a querer abrazarlo, el pelirrojo se alejaría excusándose que no le gustaba arrugar su uniforme, si llevará una de sus manos con intensión de tocarle la suya el pelirrojo diría que las tendría sudadas y que sería poco higiénico, si él quisiera tocarlo de sus mejillas el pelirrojo se alejaría de el pidiendo espacio, pero sobre todo lo más estresante era a la hora de querer hablar con él acerca de su relación... La última vez que lo intento prácticamente lo dejo hablando solo excusándose que su padre le estaba llamando.
Por más que rebuscaba en sus recuerdos no encontraba la razón de que el pelirrojo se empezará a comportar así con él de un día para otro, incluso lo abrazo cuando le vio las heridas el día de la pelea, después de escuchar aquellas lindas palabras se había sentido un rey del lugar, pensó que al día siguiente empezaba una nueva fase con su lindo Omega, claro después de que hubo una vez arreglado los desacuerdos con sus suegros.
Que equivocado estaba, pues desde ese día le costaba tener la atención del pelirrojo.
Sus intentos fueron diez por diez, lo acompañaba a su clud (donde le seguía gruñendo solo un poquito a la profesora), después almorzaba con el cuando sus horarios concidian, le mandaba pequeños detalles con su hermano, lo esperaba en la hora de salida, preguntaba por su día y se ofrecía a enseñarle algo que no entendiera, lo halagaba con bonitos cumplidos, luego lo acompañaba a su casa, tal como había quedado con su suegro hasta la puerta de su casa sano y salvo, se despedía de él y esperaba un gracias, no sabía tal vez un beso en la mejilla cabe aclarar lo menos que quería era apresurar la relación y hacer sentir incómodo al chico el prefería ir lento aunque eso le costará mucha fuerza de voluntad,<después de todo lo estuvo buscando por muchos años>, pero lo que sucedía era que tan rápido se metía el omega a la casa, era lo que le llegaba la puerta de mármol a su rostro.
Incluso se volvía más notable el claro rechazo del chico hacia su acercamientos desde la semana pasada que había empezado a ir a sus citas al hospital, no sabía que le había dicho su doctora a cargo el día de ayer, pues incluso había notado que lo había visto con terror durante toda la hora de su clud, y cuando sus miradas se cruzaban el pelirrojo desviaba la suya poniéndose rojo hasta las orejas, muy raro, todo eso era muy raro en verdad. Y claro la pregunta obvia era preguntarle cómo eran esas citas, pero el pelirrojo se rehusaba a platicarle diciéndole que eran asunto personales, que en cierta parte vergonzosas, el no sabía en qué parte serian vergonzosas, y eso lo frustraba más, incluso su hermano le había preguntado si le había hecho algo al pelirrojo, y la clara respuesta era que no, que si pudiera ser un poco más inteligente rebuscaba la razón del actuar de su Omega, pero simplemente no podía obtener esa respuesta.
—llegamos...—le llamo la atención jin.
Sus pasos se detuvieron al llegar al aula de su pequeño, y se sorprendió a el mismo estar tan distraído y nisiquiera haber notado haber incluso entrado al edificio.
Frunció su seño, esa situación estaba afectando le demasiado, el no solia ser alguien amargado en las mañanas pero ahora imposible amanecer con una sonrisa, su lobo estaba enloquciedolo y no lo culpaba los dos se hallaba heridos y muy molestos por el constante rechazo de su Omega. Su aroma de frustración muy poco podía contenerlo pues era inevitable cada vez que el chico le miraba enojado o simplemente se rehusaba a mirarlo. Su lobo constantemente había querido reaccionar un poco posesivo agarrándolo de los hombros hasta que su Omega le dijera el motivo de su actuar. Claro el sabía que eso en vez de ayudarles les perjudicaría más, y gracias a qué eran destinados había podido mantenerse al margen hasta que encontrará una solución, pero eso se volvía difícil al sentir a su lobo frustrado y triste y el lo entendía sus ojos se estaban volviendo opacos al no tener la atención de su pareja destinada.